Kohl mantiene su ambigüedad sobre la frontera polaca
El canciller de la República Federal de Alemania (RFA), Helmut Kohl, volvió ayer a desplegar su calculada ambigüedad en el polémico tema de la frontera polaca. "Yo no he aceptado esto", dijo, refiriéndose a la propuesta del primer ministro polaco, Tadeusz Mazowiecki, de que las dos Alemanias suscribieran por separado una declaración provisional renunciando a los territorios al este de la línea formada por los ríos Oder y Neisse, a la espera de que la Alemania unificada firmara definitivamente un tratado. El miércoles, el portavoz del Gobierno, Dieter Vogel, aseguró que el canciller federal apoyaba una declaración conjunta de los Parlamentos de las dos Alemanias después de las elecciones del 18 de marzo en la RDA.
El mismo miércoles, en una entrevista a la televisión de la RFA, Kohl resumió su postura sobre el tema con las siguientes palabras: "Yo no soy Helmut Kohl, soy el canciller de la RFA y he jurado el cargo, algo que respeto; sin duda alguna ( ... ) el contrato en cuestión sólo lo puede llevar a cabo una entidad soberana alemana. En noviembre del año pasado opté explícitamente por una resolución del Bundestag (parlamento) en la que se definía la postura política. En muchos discursos, por ejemplo en enero, en una conferencia de gran impacto internacional en París, al igual que en Camp David, he repetido que nadie quiere asociar la cuestión de la unidad de los alemanes con un cambio de fronteras. No se qué más debo añadir".El canciller, sin embargo, sí sabe lo que le piden desde casi todas las instancias y se niega a hacerlo. Kohl ha hablado siempre en términos genéricos sobre "la garantía de unas fronteras seguras para Polonia", pero nunca ha indicado explícitamente que estas fronteras son la línea formada por los ríos Oder y Neisse renunciando a los antiguos territorios.
Dos son las razones que empujan al canciller federal en esta dirección. La primera y más evidente, de tipo electoral. Mientras mantenga esta ambiguedad, la CDU-CSU se asegura los votos de los expulsados de estos territorios y de una gran parte de la derecha pangermanista. La segunda razón es más sutil: pese a saber que las fronteras son prácticamente inamovibles, agitar el espinoso tema aumenta el valor de esta carta en la negociación internacional que seguirá a la unificación de las dos Alemanias y en la que se deberá, si no en términos estrictamente jurídicos, si de hecho, firmar el famoso tratado de paz nunca realizado después de la Il Guerra Mundial y que sirve para mantener la ficción legal de que las fronteras siguen siendo las del Tercer Reich.
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