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El programa de ajuste polaco provoca los primeros síntomas de recesión

Una profunda recesión puede ser el efecto del programa de ajuste económico que el Gobierno polaco viene realizando desde el pasado 1 de enero en su intento de convertir una economía dirigida en un sistema de mercado. Tras un potente tarifazo de los precios de los combustibles y la liberalización de otros productos, la práctica congelación de los salarios ha permitido reducir la inflación, causando un drástico bajón de la demanda, fenómeno ante el que las empresas estatales muestran su incapacidad de adaptación.

La reducción de la producción industrial alcanzó, según las estadísticas oficiales, un 20% en enero pasado, y las previsiones de la Oficina Gubernamental de Planificación dicen que la tendencia a la baja en la producción podría agravarse en este mes de febrero, alcanzando hasta un 50%. El ministro de Hacienda y el artífice del programa de austeridad, el viceprimer ministro polaco Leszek Balcerowicz, reconoció últimamente que el Gobierno considera este fenómeno "como el más serio peligro para el éxito de todo el programa".La tendencia recesionista está intrínsecamente vinculada a los primeros leves éxitos de la política antiinflacion aria del Gobierno. Tras una fuerte alza de los precios en enero (el IPC subió un 70%) los comestibles empezaron a bajar, mientras en otros productos el Gobierno espera la estabilización de los precios en este mes de febrero.

La principal preocupación del Gobierno es la recesión causada por la drástica reducción del poder adquisitivo de la gente. En enero pasado los salarios aumentaron en tan solo un 1,3%, mientras su valor real se vio reducido en un 40%. La inhabitual paciencia de los polacos, que aguantaron, de momento, estas medidas, provocó que un 80% de las familias redujeran sus compras a los productos más elementales, principaImente los comestibles.

Se teme que las empresas estatales empiecen a despedir masivamente, dado que ya en estos momentos muchas fábricas mandan a sus trabajadores a unas vacaciones forzosas.

Según varios economistas polacos, el paro puede afectar durante este año a más de 400.000 trabajadores, mientras el Banco Mundial estima que la cifra de los desempleados puede alcanzar un millón a finales de 1990.

En vista de la incapacidad de gran parte del sector estatal de adaptarse al nuevo sistema, el Gobierno remitió al Parlamento un paquete de leyes que permitirán convertir las empresas públicas en sociedades de accionistas, medida que se espera permita actuar a la industria con una mayor flexibilidad en condiciones del mercado.

Llega el desempleo

En cualquier caso, de momento el programa de austeridad que realiza el Gobierno de Tadeusz Mazowiecki con objeto de sanear la maltrecha economía polaca ha dado ya lugar a la aparición del desempleo, que en el primer mes de la aplicación de medidas de ajuste económico se cifró en 51.000 personas.Las autoridades se declaran preparadas para contrarrestar este nuevo mal social, pero la red de oficinas de trabajo en todo el país cuenta con apenas 44 establecimientos, número que el Ministerio de Trabajo desea elevar pronto a 450. En la capital polaca sólo existen dos oficinas de empleo, una para los trabajadores intelectuales y otra para los manuales. El pasado 8 de febrero en Varsovia buscaban empleo 870 personas con educación media, mientras sólo había 270 ofertas de trabajo, y sobre el tapizado verde de los escaparates de la oficina de traba o en la calle de Czerniajkowska, número 40, había muy pocas ofertas. La situación en la capital se agravará próximamente, ya que 48 empresas acaban de anunciar el despido de un total de 2.300 personas.

Un 70% de los 51.000 parados reconocidos oficialmente por las autoridades perdieron el trabajo durante el último mes. Son casos como el de Marianna, que trabajó en el laboratorio fotográfico de una editorial estatal, cerrado en enero a raíz de los recortes en las subvenciones gubernamentales. Esta mujer, a quien sólo le faltan ocho años para la jubilación, de no encontrar trabajo podrá cobrar durante los primeros tres meses después de su despido el 70% del último salario, suma que se verá reducida al 50% durante los siguientes seis meses. A los nueve meses empezará a percibir un 40% de su último sueldo, pero no menos que el salario social, que asciende a la quinta parte del salario medio.

El ministro de Trabajo Jacek Kuron estima que el paro es de momento sólo "formal", ya que existen grandes posibilidades de empleo en los hospitales, correos y comercio. No obstante los cierres de empresas y las reducciones crearán serios problemas sociales, sobre todo en localidades pequeñas.

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