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Tribuna
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Valencia

Hoy llega a Valencia un portaviones nuclear francés. Viene con otros buques de guerra que hay que suponer amigos por aquello de que vienen juntos. La noticia es en sí desagradable, pero se convierte en preocupante si se considera que hace sólo unos días visitaba el mismo puerto un portaviones norteamericano. Hay que reconocer que la visita del Forrestal (no confundir con la repoblación casi del mismo nombre) fue benigna: no le estallaron las bombas nucleares y el asunto se zanjó con sólo seis heridos por cargas de la policía contra los manifestantes. No creo que sea culpa de la excelente labor del Institut Turistic Valencià la atracción de turistas tan peligrosos. Tampoco creo que esta presencia de armadas extranjeras tenga nada que ver con la depuración o guerra de tribus que está acaeciendo en el PSOE valenciano. Sé que el presidente Lerma es hombre mode rado, y no llamaría a las fuerzas de la OTAN para resolver un problema interno. Tan moderado que ni si quiera ha hablado de autodeterminacion, aunque la autodetermina cion quiza sirva para evitar cosas como ésta, que te llenen el puerto de monstruos marinos que nunca de bieron surcar el Mediterráneo.Viene un portaviones nuclear francés y, según leo, la Armada española no enviará técnicos para medir la radiactividad. Al parecer, sólo lo hacen cuando el buque es de propulsión nuclear, no cuando simplemente lleva armas nucleares. Oficialmente se ignora que las llevan porque estamos en la OTAN, pero oficialmente mantenemos la virginidad nuclear.

Hoy todo el mundo hablará de la familia Guerra. Y esto es lo odioso de este tipo de affaires: te obligan a ignorar cosas más graves que suceden. Como que Valencia se esté convirtiendo en el Lourdes de las bombas nucleares. Ausente de Valencia, pido que alguien haga una interpelación, ponga una vela verde a la Mare de Dèu o realice por mí una buena pintada.

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