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LA GRAN FIESTA DEL DEPORTE AMERICANO

Un rito americano en España

Los jugadores españoles se reunieron para ver la final por televisión

Robert Álvarez

"¡Fíjate en los brazos, mira el cuello!". Las exclamaciones de admiración iniciales ante los primeros planos de los pesos pesados de los Fortyniners (cuadragésimos novenos) y los Broncos saliendo al terreno de juego no fueron las menores, a pesar de que los televidentes todavía estaban dando cuenta de los últimos restos de pizza. Pasadas las once de la noche aún se cruzaban apuestas. Los jugadores de los equipos españoles organizaron su guateque particular para presenciar la Superbowl. Aunque cada equipo se dividió en varios grupos, puesto que era imposible acoger a la cincuentena que integran cada conjunto en una misma sala, se buscaron las casas más grandes y las que disponían de televisores con más pulgadas.

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Luis Miguel Urrea e Ignacio González, presidente y wide receiver de los Osos, respectivamente, y Jason Suárez, entrenador de los Toros, comentaron las imágenes de la final que llegaron en directo en Telemadrid, mientras que el jugador italiano de los Osos, Andrea Zanoni, viajó expresamente hasta Sevilla para cumplir idéntica misión en Canal Sur. Otros jugadores de los equipos madrileños buscaron una casa con antena parabólica para poder ver la final en directo.En Barcelona y en otros puntos de España no existió ese problema puesto que el resto de televisiones autonómicas sí ofreció el partido en dírecto. Varios componentes de los Boxers, el actual campeón de la Liga española, buscaban acomodo en la sala de estar de la casa de uno de ellos. El espectáculo estaba a punto de empezar y allí estaban David Hellman (linebacker), que el próximo año jugará con los Voltors de Palma, José María Giralt y Luis Jones (half back), Luis Viñuales (tight end), Víctor Sevillano (k¡cker), José María Morera (tackle) y John White (quarterback), un estadounidense que estudia en Barcelona. Estuvieron todos hasta el final del partido, hacia las tres de la madrugada, a pesar de que Hellman, por ejemplo, debía coger un avión rumbo a Sevilla a las ocho de la mañana.

Uno de ellos abrió los ojos de par en par. "¡Estas sí que son cheer leaders!". "No te quejes, que nuestras chicas tampoco están mal". "Dicen que Paula Abdul, Kim Bassinger y hasta Meryl Streep habían sido cheer leaders", señala un tercero. "Las nuestras", agrega otro, "dentro de poco saldrán en las películas de Almodóvar".

Los comentarios fueron centrándose poco a poco en el juego. Los primeros elogios para los dos grandes triunfadores de la noche surgieron inmediatamente cuando los Fortyniners consiguieron su segundo touch-down. "Montana y Rice son la pareja perfecta, parece que duerman juntos". Montana fue el que se llevó los únicos aplausos de la noche cuando realizó el pase, de casi 42 yardas, para que nuevamente Rice anotase el cuarto touch-down.

Realización americana

Uno de los Boxers ensalzó la realización de la televisión americana. "Fíjate, aquí todavía tienen que aprender a filmar", pero uno de sus compañeros replicó al instante: "No te quejes tanto porque en nuestra final los de TV 3 lo hicieron bastante bien".

En cierto momento, Montana parece que va a ser placado por un defensor de los Broncos. "El quarterback es la pieza codiciada. Si consigues placarlo con dureza te conviertes en el rey de la defensa. Vamos, que durante tres meses puedes escaquearte del 50% de los entrenamientos". Inmediatamente surge la réplica de White, jugador precisamente en esa demarcación: "No digas tonterías, no es justo que estemos todos contra la violencia y que admitamos que se puede machacar al quarterback".

A medida que la diferencia se hacía más grande y que los de San Francisco se aseguraban el título, se desvanecía el interés por lo que sucedía en el Louisiana Superdome y se bromeaba con más frecuencia. "¡Mamá tengo miedo!", grita uno cuando se emite la imagen de un jugador comunicándose por teléfono con los técnicos de su equipo. "Eso sí son protectores...", comenta otro al ver un plano de una de las corazas que utilizó Bobby Humphrey para proteger sus dos costillas fracturadas.

El partido se acerca al final. Barras y estrellas aparecen en lo alto del Superdome. "No se para qué ponen un pañuelo en el techo", comenta uno mirando a White. El norteamericano de los Boxers sonríe. Él les ha enseñado todo lo que saben.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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