Dolor agudo en 6-D, corto, cambio
El Centro Radio-médico da auxilio sanitario a los trabajadores del mar durante las 24 horas del día
Es una cuadrícula como la de jugar a los barcos, con la silueta del cuerpo humano. Sirve para que los nueve médicos que trabajan en el Centro Radio-médico del Instituto Social de la Marina (ISM) identifiquen los síntomas de los marineros que enferman o sufren un accidente estando embarcados. Así, el "dolor muy fuerte en el pecho" que describe el paciente se convierte en dolor en 6-C, 6-D o 5-D. El centro cubre un aspecto de la asistencia del ISM a un sector que sufre 10 veces más accidentes mortales que la minería o la construcción.
Los navegantes de cualquier parte del mundo saben que pueden llamar 24 horas al día al Centro Radio-médico Español, del Servicio de Sanidad Marítima del ISM, situado en la madrileña calle de Génova, para pedir ayuda. Siempre hay alguien al otro lado. Ya han pasado más de 10 años desde su ¡nicio, el 1 de mayo de 1979, y pasan de 36.000 las consultas atendidas, más que todos los centros radio-médicos europeos juntos.La inmensa mayoría de las llamadas procede de barcos pesqueros, y el resto, de mercantes y petroleros. Aunque depende de la Administración española, no se tiene en cuenta la nacionalidad, especialmente si el asunto es grave.
Los barcos llaman a cualquier radio costera del mundo y ésta hace de puente por vía telefónica. Nueve médicos atienden - por turnos un teléfono "sin manos". Mientras se atiende la llamada, el ordenador da datos del paciente. Todos los tripulantes tienen que pasar periódicamente un reconocimiento previo al embarque. En la memoria del cerebro hay ya 170.000 historias clínicas.
El número medio de llamadas es de 20 diarias, pero en estos días navideños no pasan de cuatro. "Influye que hay en Galicia, por el mal tiempo, el mayor amarre de flota que se recuerda", dice Elíseo Oroza, médico del turno de mañana.
A 20 horas de puerto
Oroza responde en estos momentos con su potente voz de bajo, al pesquero Combaroya III, que faena en la zona de Walvis Bay, en Suráfrica, a unas; 20 horas de puerto. Un tripulante tiene un intensísimo dolor en el cuello. El primer mensaje habla de una "columna cervical torcida", pero teniendo delante las láminas de situación de síntomas, que están en la Guía sanitaria a bordo, la cosa se concreta: "Zonas K-3 y K4".
Afortunadamente, no es un caso grave. Oroza receta Voltarén y Cibalgina, espaciados ocho horas porque el paciente, un marinero de Moaña (Pontevedra) de 31 años, tiene gastritis. "Además, tiene que hacer reposo unos días; repito, tiene que hacer reposo. Llamaremos pasado mañana. ¿Recibido?"."El estar en contacto", dice Eliseo Oroza, "ya hace que no se sientan solos". Después hay que hacer un seguimiento del enfermo y, a veces, evacuarlo al buque hospital Esperanza del Mar o recomendar al patrón que se dirija a toda máquina al puerto más cercano. "Es una decisión difícil, que puede costar muchos millones. El capitán o el patrón son los que tienen que tomarla, pero normalmente siguen nuestra indicación".
Colgadas en la pared se alinean las historias clínicas de pacientes en curso. Hay un abdomen agudo en la ruta de Cádiz-Canarias, una angina de pecho en el caladero de Boston, dedos congelados cerca de Terranova, un cólico renal en aguas de Angola.
Los accidentes más comunes son fracturas, amputaciones de dedos, hemorragias. "Hemos dirigido desde aquí un masaje de reanimación por una descarga eléctrica", dice, "y el barco estaba en el Pacífico. En esos momentos lo único que se siente es impotencia".
Trabajo peligroso
Hay cosas peores, sin embargo, en un sector que tiene tantos accidentes de trabajo como la construcción, la minería y los transportes juntos, y 10 veces más muertos que la minería. "En los últimos temporales han muerto 25 marineros, y apenas ha. tenido repercusión", dice José Antonio Acebes, de 50 años, especialista en medicina tropical, asesor técnico y veterano del centro.
Acebes y Oroza recalcan las condiciones "durísimas" de trabajo de la gente del mar, sobre todo en pesca de altura. Los buques que faerían en caladeros de Mozambique o Terranova están cinco o seis meses sin volver a casa. "A partir del tercer mes la tensión estalla por cualquier motivo. Hay alcoholismo y drogadicción; no más de la media, pero allí se nota más. Las maniobras son muy peligrosas; a veces la gente trabaja 48 horas seguidas, con los pies hinchados".
El Servicio de Sanidad Marítima tiene también cometidos preventivos, como la formación sanitaria básica para marineros y tripulantes, o las campañas de prevención del SIDA, enfermedades de transmisión sexual y alcoholismo.
De Terranora a Suráfrica
Jaime Aguilar, madrileño de 29 años, ejerce la medicina en la isla de Saint Pierre, en Terranova, en uno de los siete centros asistenciales del Servicio de Sanidad Marítima en el extranjero. La isla, de 16 kilómetros cuadrados, forma parte del territorio francés de Saint Pierre et Michélon. Allí residen sólo funcionarios franceses. Hay nieve de noviembre a abril. Los Aguilar -matrimonio 3, dos hijos- están a gusto. "Los niños van al colegio en trineo, patinan sobre hielo, hay lagos. Las casas son cómodas y calientes".Trabaja en un dispensario "algo mejor equipado" que una consulta normal. Los casos que requieren internamiento van al hospital francés. Atiende a los tripulantes de los barcos que recalan por la zona. Son, sobre todo, lesiones por el frío y las duras condiciones de trabajo: amputaciones de dedos, golpes y caídas.
"Se trabaja en un medio hostil, a 10 grados bajo cero, a veces con temporal, y a veces ni se pesca", dice. También hay enfermedades psicosomáticas: problemas digestivos, dolores de cabeza, además de inadaptación y depresiones.
Purificación Aparicio, de 23 años, es asistente social y también de Madrid. Terminó su carrera, hizo oposiciones, y cuando se quiso dar cuenta estaba trabajando en el centro de Walvis Bay, en Suráfrica, uno de los más grandes y antiguos, con hospedería, cafetería y actividades recreativas. Allí está desde hace ocho meses y allí ha descubierto "otro modo de vida". "El trabajador del mar engancha mucho", afirma.
Desarraigo
"Mi trabajo consiste sobre todo en escuchar a los marineros que faenan en la zona, gallejos más del 90%", afirma.Purificación atiende a los que están de baja o tienen algún problema familiar y van al centro a telefonear.
Gestiona viviendas o becas para los hijos y hace de intermediaria en otros trámites. "Su forma de vida es muy sacrificada", señala, "y no tienen un buen sueldo. Muchas veces vuelven a puerto con números rojos después de mandar todos los meses 50.000 o 60.000 pesetas a sus familias". Purificación señala que el desarraigo del marinero continúa cuando vuelve a casa después de largas ausencias. "Allí también es un problema, porque altera el ritmo, es un extraño".
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