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La profesionalización de los árbitros le costaría a la Liga 449,9 millones, según el proyecto de Gil

El presidente, del Atlético de Madrid, Jesús Gil, presentó ayer su proyecto de profesionalización de los árbitros, condición imprescindible, en su criterio, para que las competiciones futbolísticas españolas se desarrollen con imparcialidad. Su intención es que la Liga de Clubes lo examine hoy y que los dirigentes de la Primera División y la Segunda se pronuncien sobre él el 11 de enero. Según su presupuesto, el coste sería de 449,9 millones de pesetas en la temporada inicial, cifra que la Liga podría compensar explotando publicitariamente las camisetas de los colegiados, cuyas fichas anuales serían de tres millones, pero que incrementarían sus emolumentos de modo sustancioso por los partidos en que interviniesen.

"Por lo menos, hay un presidente que se dedica los fines de semana a trabajar en una idea que no beneficia sólo a su club. Otros se los pasan con su caballo favorito", comentó Gil en relación con su proyecto de profesionalizar a los árbitros a través; de un órgano dependiente de la Liga (véase EL PAÍS del pasado día 13) y en el que ha colaborado el ex colegiado Jacinto de Sosa. Pará él, es la única, forma de que "las competiciones se desarrollen con imparcialidad y el triunfo no se le adjudique al Real Madrid".Gil, que en la exposición de su propuesta alude a unas declaraciones de Donato Pes Pérez reconociendo que en el segundo tiempo del encuentro Madrid-Atlético, de la Copa, falló porque se sentía "asfixiado", afirma ¡que su profesionalización contribuiría a que los árbitros sólo cometieran los errores humanos y su colectivo fuese, al fin, "independiente, digno y respetado". "A Pes Pérez no se le puede exigir una preparación física perfecta si su ocupación principal es la de empresario de electrodomésticos", argumenta. "Además, es absurdo que sean los, únicos aficionados en un fútbol superprofesionalizado y cuando estarnos a un paso de que los clubes sean sociedades anóminas", expresa.

Obligaciones y derechos

La riueva organización arbitral -habría otras paralelas, una por cada autonomía, para los torneos no profesloinales-, que acabaría "con el reinado de José Plaza", dependería de la Liga, dependiente, a su vez, de la federación. La plantilla de colegiados para la Primera División y la Segunda sería de 25 y su selección se haría entre aquéllos que, ejerciendo como mínimo en la Tercera, supera sen unas pruebas técnicas, físicas, médicas y psicotécnicas.

Sus obligaciones serían las de dedicarse con carácter prioritario al fútbol -podrían hacerlo a otras actividades si no resultaran entorpecedoras-, realizar los entren ami ento s que se les marcaran y acudir a las reuniones zonales -de periodicidad semanal- y centrales -mensual- para unificar criterios en todos los sentidos. Sus fichas anuales serían de tres millones de pesetas. Pero cobrarían aparte 100.000 pesetas por partido de la Primera en que actuaran; 60.000, por cada uno de la Segunda; 200.000, por cada amistoso internacional de un club de la Primera, y 100.000, por cada uno de otro de la Segunda. También se les pagarían sus estancias en hoteles de cuatro o cinco estrellas; se les resarciría de los gastos de viaje, previa justificación de los mismos, y se les haría un seguro de 50 millones en caso de muerte o invalidez total o permanente por causas derivadas del arbitraje. Según el presupuesto de Gil, todo ello supondría a la Liga un coste en la primera temporada de 449,9 millones, el cual podría enjugarse con la explotación publicitaria de las camisetas de los colegiados.

"Si la Liga no aprueba este proyecto, que puede ser reformado y mejorado, u otro en su línea, me van a oír", terminó advirtiendo Gil.

Joao Piento y otras cuestiones

Jesús Gil aprovechó la ocasión para proclamar que en el Atlético todo va bien -"la deuda, de 2.013 millones, se enjugaría con el simple traspaso de dos jugadores"-; confirmar el fichaje de Joáo Pinto, del Boavista, que, en principio, jugará en el Madrileño -"si respondiera, la operación nos saldría por 500 millones en cinco años"-; denunciar que las transmisiones televisivas en directo están matando el fútbol -"nosotros cobramos por ellas el 6,7% de nuestro presupuesto, 125 millones, y perdemos 250 de abonados y 180 o 190 de taquillas"-; pedir a la Administración que tome medidas para evitar la desaparición de muchos clubes cuando hayan de reconvertirse en sociedades anónimas, y criticar a los medios de comunicación por el trato -"malo"- que le dan.

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