_
_
_
_
EL VOTO DE GALICIA

Un presidente desmesurado

Manuel Fraga mantiene viva a los 67 años su pasión por la 'cosa pública'

Anabel Díez

Manuel Fraga Iribarne, de 67 años, dedicado durante los últimos 30 años a la cosa pública, se ha tomado estas elecciones que le han llevado a la presidencia de la Xunta de Galicia como se ha tomado todas las cosas en la vida: con seriedad. Gusta al líder conservador adjetivar todo con esa palabra. Así, propone un nacionalismo gallego "serio", quiere gobernar Galicia "en serio" y asegura que será un presidente "serio". Fraga alterna ese adjetivo con una frase que para él expresa lo mismo: "Como Dios manda".

Después de tantos años de actividad pública son muchas las definiciones que ha ido acumulando en un intento de acercarse a su personalidad. Populista, autoritario, culto, inteligente, trabajador infatigable, capacidad de magnetismo, leal a sus amigos, despótico y, en los últimos anos, excesivamente sensible, lo que le hace prorrumpir en sollozos o al menos en una quiebra de la voz ante cualquier situación emotiva.Sus detractores dicen que es "sensiblería propia de la edad", a lo que él no responde. Sus esfuerzos de contención son también de nuevo cuño, y aunque en esta campaña se le ha recordado su pasado franquista con -todo lujo de detalles, no ha respondido imbuido en un espíritu ,de moderación que inauguró ,con desigual fortuna para las elecciones legislativas de 1986. Al superar esta última prueba, la frustración por no haber llegado a la Moncloa será menor, ya que el ser número uno en su tierra pondrá un remate de honor a tan desmesurada biografía. -Licenciado en Económicas, doctor en Derecho, letrado de las Cortes, número uno de su promoción en la Escuela Diplomática, ministro plenipotenciario. Después altos cargos en el Ministerio de Educación. Fue consejero nacional de Falange Española en 1957 y procurador en Cortes en ese año. A los 40 años, en 1962, fue nombrado ministro de Información y Turismo. Fue destituido en 1969, tras el escándalo de Matesa.

Entre 1973 y 1975 fue embajador en Londres, y volvió para dedicarse por entero a la política tras la muerte de Franco. Fue ministro de Gobernación en 1975, con el Gobierno de Carlos Arias Navarro, etapa de fuertes desórdenes públicos en la que se le atribuye la frase "la calle es mía", por el control que ejercía sobre los manifestantes de la época que pedían apertura política. Siempre dijo que esa frase era "apócrifa". Después fundaría Alianza Popular. De los nueve diputados en 1979 pasó a los 106 en 1982, el leve retroceso en 1986 y su retirada para después volver.Forma parte del convencionalismo político de este país que el pasado de Manuel Fraga empiece en 1977. Para eso hubo una transición y un llamado pac,lo constitucional según el cual, en virtud de un abrazo de reconciliación figurado, gentes del antiguo régimen y de la oposición al mismo caminarían juntas en la nueva España derriocrática. Esto se cumple hasta que llegan tiempos electorales en los que, sobre todo los socialistas, empiezan a llamar al político gallego Fraga Iribarne, y no el habitual Manuel Fraga, con lo que inevitablemente recuerdan al No-Do y a la inauguración de pantanos y paradores. Sobre estos últimos, Fraga se, siente especialmente orgulloso.

Y es que Fraga asume todo su pasado públicamente, aunque se le aprecia incórríodo cuando las alusiones a su etapa preconstitucional no tienen que ver con las obras públicas, leyes d e Prensa o promoción del turismo, sino con censura de libertades u otros puntos negros de su trayectoria. A esto no responde y no muestra enfado.

En esta campaña gallega, que ha sido la de todos contra Fraga, ha escuchado cómo se le relacionaba con los hechos más escabrosos del franquismo, pero no ha respondido. Sólo los dos primeros días de campaña se permitió llamar "pipiolo" a su oponente socialista, Fernando González Laxe, y dudar de su capacidad de discernimiento, pero enseguida abandonó esa táctica y se dedicó a lo suyo: a explicar los 15 tomos de su programa electoral para desespero de su auditorio, que demandaba leña a los socialistas.Rota la vozMenos mal que conseguía hacerles vibrar con su encendido y atropellado verbo exaltando el galleguismo y apelando al santoral para conseguir que entre todos le llevaran a la presidencia de la Xurita "por el bien de Galicia". En esos momentos finales de sus mítines se producía la locura de sus bases al observar a un Fraga emocionado, rota la voz, al borde del sollozo y un tanto cansado.

La fatiga física, que muchos observadores han destacado en esta campana, no extraña a nadie. Además de la mención continua que los adversarios han hecho de la edad de Fraga, locierto es que él volvía cuando los demás empezaban la campaña. Y es que el político conservador ha estado cuatro meses pateando Galicia en mítines, visitas a mercados, en ferias de ganado, irrumpiendo en las aldeas con su estilo arrollador al frente de una comitiva de jóvenes de su equipo que difícilmente le seguían el paso y que ahora se confiesan agotados.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

En el PP se quiere que Fraga gobierne en Galicia, pero no sólo por razones obvias, sino por la buena marcha de los proyectos de José María Aznar. Sus propias gentes no veían a Fraga sentado en el Parlamento gallego como diputado regional en la oposición y temían que, dada su desbordante capacidad de trabajo, quisiera volver al partido.

Él dijo que no, que el orden sucesorio está fijado en Aznar. Aun así, en el PP estarían más tranquilos si Fraga se instala definitivamente en Galicia, ya que no entra en los planes de los jóvenes cachorros a los que él ha catapultado.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_