Una conciencia limpia
SAJAROV HA muerto en plena batalla. Horas antes estaba en la tribuna del Congreso de Diputados de la Unión Soviética luchando para ensanchar los límites de la perestroika, para abrir nuevos espacios a la democracia y a la libertad de los hombres. Tal ha sido el sentido de su vida. Rodeado de prestigio por su labor científica, Sajarov se entregó generosamente a la defensa de los derechos humanos, a la denuncia del brutal autoritarismo brezneviano, arrostrando la persecución y el confinamiento. Su salud quedó quebrantada por huelgas de hambre con las que exigía la libertad de los presos políticos.Cuando Gorbachov le anunció que podía volver a Moscú, el mundo empezó a ver que la perestroika significaba cambios serios. Ya como hombre libre, Sajarov continuó su batalla, apoyando la reforma en sus aspectos esenciales, combatiendo con valentía sus insuficiencias y retrasos. Su voz en el Congreso era la de una conciencia limpia: sabía poco de tácticas pequeñas, pero decía las grandes verdades que el pueblo quería oír. Sin Sajarov, la reforma no hubiese alcanzado la hondura que ha sorprendido al mundo. Su mensaje y su ejemplo iluminarán las futuras etapas de la URSS hacia una transformación democrática más efectiva y profunda.
