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"Nosotros, la droga; vosotros, la Mafia"

La final intercontinental entre el Milán y el Nacional de Medellín, rodeada de tensión

La controversia y las acusaciones entre las delegaciones colombiana e italiana presiden las vísperas de la final de la Copa Intercontinental, que disputarán el Milán y el Nacional de Medellín en Tokio, en la madrugada del sábado al domingo. La tensión se advierte en el mensaje que ha dirigido el cuartel general del equipo colombiano a sus rivales: "Nosotros, la droga; vosotros, la Mafia". Las condiciones extradeportivas del encuentro no ocultan, sin embargo, el espectáculo que pueden ofrecer el científico Milán y el barroco Nacional.

Nunca la final de esta competición había despertado tanto interés. La Copa Intercontinental, que se había distinguido por su pésima reputación desde que fue creada en 1960, tuvo que refugiarse en Tokio, en 1980, para no desaparecer del calendario futbolístico. Atrás quedaron monumentos a la infamia futbolística como la final que enfrentó al Estudiantes de la Plata, con Bilardo y Aguirre Suárez en sus filas, y el Milán de Gianni Rivera.El Milán es de nuevo protagonista de una final que ha estado a punto de no celebrarse. La prensa italiana ha presionado al equipo italiano para que no jugara frente a un equipo que ha recibido acusaciones de estar financiado por el narcotráfico. Silvio Berlusconi, sin embargo, ha decidido llevar a su equipo a Tokio, con todos sus mejores jugadores, incluido Franco Baresi, que reaparece tras la rotura de antebrazo hace un mes frente al Inter.

El Nacional ha merecido la admiración de técnicos tan prestigiosos César Luis Menotti. "Ver a este equipo es una delicia", ha declarado Menotti. El entrenador del Nacional, Francisco Maturana, ha formado un equipo integrado sólo por jugadores colombianos, todos ellos caracterizados por un juego brillante, técnico e imaginativo, un estilo que llega de una ciudad que vive días salvajes.

La cocaína, los secuestros y los asesinatos conforman el paisaje cotidiano de Medellín. La crítica situación que vive Medellín también alcanza al Nacional, un club salpicado por las acusaciones que conectan a los grandes barones de la droga con la financiación del equipo.

El Nacional alcanzó su máximo prestigio con su victoria la pasada temporada en la final de la Copa de Libertadores, el primer triunfo de un equipo colombiano en esta competición nacida en 1960. Pese al éxito del Nacional, al apoyo masivo de una afición entregada a su equipo y al buen fútbol que practica, su imagen está unida a la droga y a las acusaciones de corrupción. Los primeros comentarios sobre su conexión con los grandes señores de la cocaína comenzaron a escucharse hace seis años. Rodrigo Lara, en aquel tiempo ministro de Justicia, culpó al Nacional y a otros seis equipos de estar financiados o controlados por los narcotraficantes.

Conexión

Hernán Botero, un banquero que tenía participación en la directiva del club, fue extraditado en 1985 a los Estados Unidos, acusado de lavar dinero negro y finalmente sentenciado a cumplir una condena de 30 años de cárcel. En el libro "Los caballeros de la cocaína", publicado el pasado año en Colombia, se afirmaba que Octavio Piedrahita, propietario del club hasta 1988, era un traficante de cocaína. Los periodistas de Medellín señalan que Piedrahita negociaba la venta del Nacional a otros empresarios en 1988. Precisamente en julio de el pasado año, Piedrahita fue secuestrado y posteriormente asesinado.La corrupción y la violencia han acabado por detener indefinidamente todas las competiciones de fútbol en Colombia. La acción que determinó la paralización fue el asesinato del árbitro Álvaro Ortega, el pasado mes de noviembre. Ortega había participado como juez de línea en el partido que enfrentó al América de Cali y al Deportivo de Medallín.

Durante el partido, los comentaristas de radio de Medellín afirmaron que Ortega habia tenido toda la responsabilidad en la anulación de un gol del Deportivo y en la expulsión de uno de los jugadores de este equipo. Poco después de acabar el encuentro, dos pistoleros ametrallaron a Ortega, que murió instantaneamente.

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