Anticipo de homenaje
Con la asistencia de la reina Sofía, la Orquesta Nacional, bajo la dirección de Enrique García Asensio, celebró el viernes un anticipo del homenaje que prepara a Ernesto Halffter, fallecido el pasado mes de julio. Lo que será en la próxima ocasión un concierto monográfico fue ahora la audición de la Sinfonietta junto a obras de Ravel y Webern.La Sinfonietta, premio Nacional del Estado el mismo año de 1925 en el que le fue otorgado a Rafael Alberti por Marinero en tierra, define tempranamente y con bastante precisión la personalidad del maestro madrileño, basada entonces en un neoclasicismo que practicaban desde Stravinski para abajo pasando por Manuel de Falla, pero con tantos rasgos personales que, como escribió Salazar en El Sol, "posee mayor número de elementos de nuestro tiempo que del siglo XVIII".
Orquesta y Coro Nacionales
Director: E. García Asensio. Director del Coro: A. Blancafort. Obras de Halffter, Webern y Ravel. Auditorio Nacional. Madrid, 1 de diciembre.
Un aspecto interesante de la Sinfonietta es su escasa influencia de Falla, en contra de lo que tantas veces se ha dicho por falta de información. Escrita entre 1923 y 1925 y revisada dos años después, sólo en la última versión y en el movimiento final presenta la obra algunos detalles aislados claramente derivados del Retablo de maese Pedro. Todo lo demás es intuición personal, que, como es lógico, está en consonancia con el ambiente europeo dominante en España: Stravinski, algunas cosas del grupo de los seis y, sobre todo, el mismo Halffter. Tan personal es la Sinfonietta, tan brillante en su repertorio de invenciones, que inmediatamente recorrió el mundo con facilidad.
Enrique García Asensio, al que hay que elogiar por el hecho de mantener el programa confeccionado por Cristóbal Halffter, sobrino de Ernesto, que no ha dirigido por causas suficientemente divulgadas, construyó bien la obra, aunque faltara preciosismo en el detalle y, en ocasiones, como en el primer cuplé del tiempo final, las segundas voces pasaran a primer plano con detrimento de la línea general.
En cambio, todo fue minuciosamente cuidado en las bellísimas Piezas para orquesta opus 6, de Antón Webern, instaladas ya en el repertorio normal y auténtico modelo de precisión en su extremado sintetismo. Terminó el concierto con una versión muy brillante de la segunda suite de Daphnis et Chloe, de Ravel, en la que intervino con mucha calidad el coro de la casa que dirige, con todo acierto, Alberto Blancafort. Para el compositor francés y para, en parte su discípulo, Ernesto Halffter, fueron las más largas ovaciones de la jornada.
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