El Gobierno de unidad libanés encuentra fuertes resistencias antes de entrar en funciones
El nuevo presidente de Libano, Elías Haraui, ratificó ayer a Selim Hoss como primer ministro, y éste anunció la formación de un Gobierno de unidad nacional integrado por cristianos y musulmanes, según los acuerdos de Taif (Arabia Saudí). Sin embargo, ese Gabinete sigue siendo una quimera. Tanto la participación del greco-ortodoxo Michel Sasin como la del maronita Georges Saade suscitan grandes dudas. De confirmarse el rechazo de ambos, el objetivo unitario del nuevo presidente libanés quedaría abortado.
Según lo decidido en Taif, el número de ministros, 14, se reparte por igual entre cristianos y musulmanes. Hoss ha incluido en su Gabinete a los jefes de las dos milicias prosirias, el druso Walid Jumblat y el shií Nabih Beri, y convocado para hoy su primera reunión en la localidad de Chtura.Los diputados cristianos leales al espíritu de Taif se han visto envueltos, a su regreso a Líbano, en una situación mezcla de temor y ambiguedad. Rechazados por el hombre que controla su región de origen, el general Michel Aun, han estado obligados desde entonces a vivir de prestado al otro lado de la línea divisoria que quiebra en dos al país. Para Saade y Sasin, las dificultades son aún mayores por su destacada pertenencia al Frente Libanés.
Sasin, quien acudió a Chtura pero no participó en el escrutinio presidencial, no parecía estar entusiasmado con la idea de convertirse en viceprimer ministro y titular de la cartera de Trabajo. En un principio, indicó que debería consultar con su partido y que actuaría de forma solidaria con Saade, quien se mostró sorprendido con su designación para el ministerio de Correos y Comunicaciones. Poco después, medios cercanos al propio Sasin señalaron a la agencia de noticias France Presse su intención de no participar en el Gabinete. A última hora de ayer, el diputado grecoortodoxo abandonó Beirut con dest¡no a París.
Saade, cuya entrada en el Gobierno era ya barajada por Hoss en vida del recientemente asesinado presidente René Muawad, mantiene ahora las mismas dudas de entonces. El pasado viernes, Saade ni siquiera acudió a Chtura. Tras apoyar su voto a Muawad, el partido que encabeza, el Kataeb (Falanges), se sumió en el más absoluto silencio a la espera de una reacción de su brazo armado, la milicia de las Fuerzas Libanesas (FL). Un destacado dirigente de esta fuerza paramilitar confesó hace algunos días a EL PAÍS, bajo condición de anonimato, que "el riesgo de un enfrentamiento intercristiano es lo único que frena una aceptación más explícita del proceso iniciado a raíz de Taif". La misma fuente, que tachó de "loco" al general Aoun, indicó que el choque con éste es una cuestión de tiempo.
El propio presidente Haraui evocó en el discurso que siguió a su jura del cargo, en la noche del viernes, ese peligro. "Nuestro caminar no se parará sea cuales sean los obstáculos (...) y será capaz de aplastar a los que se opongan", aseguró el nuevo jefe del Estado. Haraui, que manifestó su deseo de proseguir el camino de Muawad, recibió de inmediato el apoyo del presidente sirio, Hafez el Asad.
El flamante presidente libanés no asistió ayer, tal como estaba previsto, a los funerales de su predecesor, en la ciudad norteña de Sgorta. Razones de seguridad aconsejaron que Haraul, Hoss y Husein Huseini, presidente del Parlamento, delegaran su representación en las honras fúnebres.
Por otra parte, la aviación israelí bombardeó en la mafiana de ayer posiciones de palestinos prosirios en la llanura de Bekaa, en las proximidades de Clitura. El ataque, segundo de esta semana sobre la misma región. En Sidon, sur del Líbano, uno de los dirigentes del radical Frente Democrático para la Liberación de Palestina, Lutfi Issa, resultó muerto ayer en un atentado.
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