Televisión en los comunes

LA SECULARIZACIÓN de la vida política en el mundo occidental ha dado un nuevo paso al penetrar la televisión, por primera vez en la historia, en la sacristía del mundo parlamentario británico. Westminster, que ha acuñado con fortuna el eslogan de madre de los parlamentos, se acaba de exponer con carácter de riguroso estreno a la mirada escrutadora de los televidentes. Las tumultuosas sesiones de la Cámara de los Comunes, los espectaculares intercambios, a veces de invectivas, pero siempre de consumado parlamentarismo británico, del famoso question time (turno de preguntas al Gobierno), estarán expuestos desde ahora al voyeurismo de la curiosidad nacional.La posibilidad de radiar los debates de los Comunes se instauró hace ya 11 años, pero el establishment se había resistido a la retransmisión audiovisual apoyándose en el temor de que el ojo de la cámara indujera a los parlamentarios a actuar de cara a la galería. Al final la rendición se ha producido, pero no sin condiciones: sus señorías podrán ser captadas en sus interpretaciones públicas únicamente de hombros para arriba, como en una especie de foto carné parlante.

Esa cabeza de playa iconográfica en el territorio del más depurado parlamentarismo europeo, a buen seguro que es sólo un comienzo. Una vez digerida la impresión de no sólo leer y oír, sino ver lo que los miembros de los Comunes tienen que hacer y que decir, la insaciabilidad de la audiencia pedirá un día que además se dote a la imagen de movimiento. Los Comunes entran por ello de puntillas en el mundo de lo audiovisual, pero sin duda, una vez violada esa residual intimidad, acabarán trabajando en televisión como todos los Parlamentos del mundo occidental.