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Toxicomanos de Las Fronteras piden desesperadamente ayuda a quienes han expulsado a los camellos del barrio

"Está bien que se luche contra los camellos, pero ¿qué pasa con nosotros". En síntesis, esta es la conclusión a que ha llegado una treintena de toxicómanos del barrio de Las Fronteras, en Torrejón de Ardoz, ante la ofensiva de los vecinos de dicho barrio para atajar el tráfico de drogas. La intensa vigilancia policial a que está sometido el barrio ha revelado la precariedad de su existencia: "Si van a luchar contra la droga, por favor, que nos den un médico, vienen a decir. Tras una serie de reuniones entre ellos y la asociación de vecinos que ha denunciado a los camellos, los más decididos han convocado una asamblea general de drogadictos del bardo para debatir su situación y la falta de respuesta de las autoridades a sus graves problemas médicos y sociales.

Los toxicómanos de Torrejón de Ardoz están ahora atrapados a tres bandas. Como enfermos -muchos de ellos padecen neumonías, hepatitis, SIDA-, que no cuentan con atención médica. Como personas marginadas, con escasísimas posibilidades de reinserción social, y como toxicómanos y su relación con el tráfico, perseguidos por la policía. Acorralados, han buscado una vía atípica, la de organizarse para llamar la atención sobre su indefensión y la necesidad que tienen de ayuda exterior."Los abajo firmantes, drogodependientes del municipio de Torrejón de Ardoz, solicitan su ingreso en una comunidad terapéutica, dado su fracaso en otros tratamientos. El número de peticiones de ayuda que hay no es cubierto por el centro existente. Esta petición es extensible a otros drogodependientes que, aunque no firman por no estar presentes, están de acuerdo en hacer esta demanda". Así reza el texto del escrito remitido a la Consejería de Integración Social de la Comunidad de Madrid, apoyado ya por 20 jóvenes del barrio, aunque cuando acabe la recogida de firmas se Regará fácilmente a la cincuentena.

Los yonquis quieren lanzar el mensaje de que ellos son las primeras víctimas del tráfico de drogas, aunque también reconocen que algunos, espoleados por la necesidad y las deudas, e influidos por el ambiente, se conviertan también en camellos a pequeña escala. Muchos de ellos han estado en la cárcel por robos o delitos relacionados con el tráfico. El martes, en el local de la .asociación, en la misma calle donde se ha denunciado la existencia de cinco familias que se dedican a surtir de droga a los consumidores de Torrejón, Fernando, Isabel, Juan José, nombres supuestos, explicaban a las mujeres de la asociación las tremendas dificultades con que se encuentran en sus intentos de escapar de la droga.

Todos ellos han estado en tratamiento alguna vez, sobre todo en instituciones privadas, y todos ellos han vuelto a caer en la adicción al regresar al barrio. "Cuando llevas años enganchado se cierran todas las puertas. Los médicos del seguro no quieren saber nada de nosotros, y los centros oficiales te dicen que sí, que te van a atender, que esperes unos meses a que haya algún sitio libre. Es imposible aguantar cuando estás todos los días con la urgencia de conseguir una dosis. Ni nuestras familias pueden ayudarnos. Ya han gastado su dinero y su paciencia en tratamientos anteriores".

Quien así habla, Isabel, una joven de 24 años, casi 10 consumiendo droga, se enganchó tontamente, porque sus amigos del barrio la consumían también: "A los 14 años yo no tenía conciencia de lo que era esto. Me di cuenta de que estaba enganchada cuando empecé a encontrarme mal al levantarme por las mafianas"- Isabel no puede ahora vivir con sus dos hijos, una niña de seis años y un niño de cuatro, que viven con los abuelos: "Antes tenía a los niños conmigo, en las temporadas que disponía de algo de dinero. Ahora no. Tengo neumonía, y el hígado hecho polvo. Cualquier día me puede pasar algo, y no quiero que los niflos lo vean".

Salir de la droga

La decisión de celebrar una asamblea entre los drogadictos de Las Fronteras surgió a raíz de la campaña de denuncia contra los traficantes lanzada por la asociación de vecinos. El aumento de la vigilancia policial y el rechazo de buena parte de los vecinos, que no distinguen entre consumidores y traficantes a la hora de buscar culpables, les ha hecho recapacitar sobre su propia forma de vida. Los más responsables se dieron cuenta de que seguir cada vez más enganchados, con dificultades para conseguir droga y, al mismo tiempo, no tener una alternativa sanitaria y asistencial les colocaba entre la espada y la pared, ante la perspectiva de afrontar el mono o recurrir al acto violento para conseguir dinero rápido y capear el temporal. No quieren ni una cosa ni otra, y optaron por la colaboración con los vecinos.

La asociación les ha prestado su apoyo desde el principio. Muchas de las socias tienen hijos adictos y se desesperan al comprobar que pasa el tiempo y que no hay salida para ellos. Los yonquis les han pedido ayuda tambíén para evitar lo que califican de abusos policiales. Fernando, un drogadicto bien conocido en el barrio, ha sufrido varios registros: "Te meten al coche y te llevan a cuatro kilómetros de aquí, y tienes que volver andando. No se por qué hacen eso, para humillarte, para que los vecinos piensen que están haciendo algo, y es mentira, a los traficantes grandes no los han tocado, aunque ahora están muy quietos".

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