Galicia, en obras
La Xunta basa en la política de primeras piedras la precampaña a las autonómicas
El folclorismo que caracterizó la gestión de la desaparecida Alianza Popular al frente de la Xunta de Galicia llevó a Alfonso Guerra a otorgar al presidente Fernández Albor el apelativo de merendillas por su insaciable afición a asistir a todo tipo de actos oficiales, inauguraciones y romerías. Dos años después de desalojar del poder a los conservadores, los socialistas y sus coligados han basado la precampaña a las elecciones autonómicas del próximo 17 de diciembre en una interminable sucesión de protocolarios cortes de cintas.
-A ver, ¿descubrimos la placa o lo dejamos como está?-Yo qué sé... A mí lo que me interesa es que se callen cuanto antes esos altavoces.
El alcalde de Vigo, el socialista Manuel Soto, intentaba por todos los medios que abandonase aquel acto institucional el automóvil que no paraba de lanzar mensajes electorales de su partido. Pero los hombres de confianza del alcalde estaban más preocupados por saber si era necesario dejar constancia para la posteridad de que la obra fue inaugurada "siendo presidente" Fernando González Laxe y conselleiro de Ordenación del Territorio Antolín Sánchez Presedo.
Tal despliegue de autoridades estaba justificado por la apertura, el pasado 12 de octubre, de kilómetro y medio de la avenida de Samil, la playa de Vigo, un acto en el que a nadie extrañó demasiado la aparición de la propaganda electoral socialista, por que entre los cargos asistentes se encontraba también Abel Caballero, sin despacho oficial desde que abandonó el Ministerio de Transportes pero candidato número uno del PSOE al Congreso de los Diputados por la provincia de Pontevedra.
A diario
Escenas como ésta, cotidianas en Galicia durante los último meses, son el resultado de la carrera contra el tiempo del PSOE y sus dos aliados en la Xunta, Coalición Galega y Partido Nacionalista Galego, por presentar realizaciones ante el electorado y contrarrestar las importante-parcelas de poder que todavía conserva en la comunidad autónoma el candidato del Partido Popular, Manuel Fraga. González Laxe y hasta el último de sus conselleiros no pierden ocasión de inaugurar piscinas, depuradoras de agua, viaductos, monumentos al ECU o incluso el cambio de denominación de un colegio y honrar con su presencia entregas de ambulancias, fiestas de jubilados, vueltas ciclistas y todo tipo de congresos, seminarios y cursillos. Desde el pasado mes de agosto, casi a diario un miembro del Gobierno ha inaugurado una obra en un rincón de Galicia, siempre con el inevitable testigo de las cámaras de la televisión autonómica, que ha llegado a ofrecer en algún informativo hasta 10 minutos consecutivos de información sobre actividades oficiales de los conselleiros.
Ya lo advirtió González Laxe cuando dijo, nada más tomar posesión, que colocaría a la entrada de la comunidad autónoma un cartel con la frase "Galicia, en obras". Para eso asumió la Consellería de Ordenación del Territorio y Obras Públicas el hombre fuerte de los socialistas gallegos. Pero nadie pensaba que recogiese con tanta fruición el dificil testigo dejado por Fernández Albor, que un día hizo un hueco en sus ocupaciones para presidir la apertura de un gimnasio de karate.
González Laxe y Sánchez Presedo han vivido auténticas jornadas maratonianas en su afán por no dejar obras sin inaugurar. El pasado 18 de septiembre, el presidente y su conselleiro de Ordenación se despacharon en pocas horas la primera piedra de la estación de autobuses de O Barco de Valdeorras (Orense) y una carretera y un puente en la provincia de Lugo. Al día siguiente, ya en la provincia de La Coruña, inauguraron dos puertos y una carretera. También fue muy provechoso el viaje que realizó el presidente a Vigo el 29 de septiembre, en el que cortó las cintas de varios colegios de enseñanza general básica, un monumento a la moneda europea y una empresa frigorífica. Todavía el pasado 20 de noviembre Presedo se disponía a inaugurar dos tramos de carretera en la provincia de Pontevedra, pero el temporal frustró sus intenciones.
Autopista
Las autoridades autonómicas se adelantan a veces a la colocación de la primera piedra, y así es habitual que se organice un solemne acto para presentar la maqueta de algún futuro edificio público, como ocurrió con la Escuela Gallega de Administración Pública o el polígono de viviendas de Fontiñas, en Santiago. Otra modalidad es hacer un recorrido por obras que no estarán terminadas hasta dentro de varios meses. Así lo hizo González Laxe a principios de este mes en una visita a lo que dentro de un año será la autopista Santiago-Padrón.El PP ha denunciado en varios casos que el actual Gobierno pretendía atribuirse obras de la etapa de Fernández Albor. El caso más controvertido ocurrió el pasado 19 de septiembre cuando González Laxe y Sánchez Presedo inauguraron el nuevo puerto de la localidad de Malpica (La Coruña), que según los populares estaba prácticamente terminado dos años antes, justo el mismo día en que triunfó la moción de censura socialista. Pero también a otro miembro del PSOE, Salvador Fernández Moreda, le faltó tiempo para asumir la presidencia de la Diputación coruñesa en julio de este año y abrir el 19 de julio las puertas de una escuela del Instituto Nacional de Educación Física que llevaba funcionando desde un año antes.
En otras ocasiones, las autoridades de la Xunta se han encontrado con denuncias sobre presuntas irregularidades cometidas en la realización de las obras. El presidente inauguró el 30 de septiembre una piscina que lleva su nombre en Cerceda (La Coruña), cuya construcción había sido adjudicada cuando ya se había finalizado prácticamente.
Los populares han sido extremadamente críticos con esta política, pese a que durante su mandato Albor bien podría haber escrito una guía de romerías populares. Pero es que los encantos de la inauguración seducen a muchos políticos gallegos.
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