Ángel Manzano asegura que decir la verdad en España cuesta muchos disgustos
Ángel Manzano, testigo de cargo decisivo en el juicio contra siete policías acusados de la desaparición de su amigo Santiago Corella, el Nani, abandonó anoche la prisión de Villanubla (Valladolid) tras el indulto que le concedió el Consejo de Ministros hace tres días. Anteayer se cumplieron seis años de la detención de Corella y Manzano tras la que desapareció El Nani. Manzano afirmó al salir en libertad: "Tengo miedo a la tortura, a la muerte no. El decir la verdad en este país cuesta muchos disgustos y muchos problemas".
Manzano estaba buscado por la justicia cuando decidió acudir a declarar en el juicio por la desaparición del Nani. Tras prestar testimonio fue detenido. Desde hace 20 meses permanecía ingresado en prisión a la espera del indulto, que le fue otorgado el viernes. Manzano cumplía varias condenas que sumaban 15 años de prisión.
Concepción Martín, de 25 años, esposa de Manzano, y Sandra, de cinco, su hija, esperaban desde primeras horas de la mañana fuera de la cárcel sin que les fuese permitida la entrada al centro. El director de la prisión, Miguel Mateos Cuesta, había recibido a la Prensa por la mañana para explicar cuál era la situación de Manzano, explicación que inició así: "¿Quieren que les conteste en broma o en serio?".
El director manifestó que no había llegado la orden de libertad y que no era probable que llegase a lo largo del día, "puesto que aquí incluso los telegramas llegan por correo ordinario". Respecto a la posibilidad de que los juzgados donde Manzano estaba condenado comunicaran su libertad por el fax de la prisión, Mateos dijo: "A ratos funciona y a ratos no".
A primera hora de la tarde, fuentes jurídicas explicaban que al menos cinco de los seis juzgados habían transmitido por fax la puesta en libertad después de encontrar por la mañana el telegrama que el Ministerio de Justicia envió el pasado viernes. Sin embargo, la sexta de las órdenes no llegó hasta pasadas las siete de la tarde y tuvo que ser remitida por el juzgado de guardia. La tensión iba apoderándose de la mujer del interno. A las ocho de la tarde no pudo salir puesto que en la prisión se estaba cenando. Finalmente, a las nueve de la noche, Manzano llegó hasta la garita con semblante de cansancio y abrazó a su mujer y a su hija.
Dudas
Concepción tenía ayer dudas sobre el funcionamiento de Correos, de la justicia y del sistema penitenciario. "A Angel le perdieron una causa en el juzgado y tuvo que esperar 18 meses hasta que la encontraron. Ahora, después de 20 meses en prisión, no llega la carta, y a mi hija y a mí nos hacen esperar en la intemperie sin dejamos siquiera pasar a la garita de entrada, que tiene calefacción", explicó.
La última vez que vio a Ángel fue el pasado viernes, horas antes de que el Consejo de Ministros le indultara. "Le encontré bastante deprimido y traté de darle ánimos. Pero entiendo que esté así porque esto ha durado mucho más de lo que esperaba". Concepción fue detenida cuando se encontraba embarazada de su hija, junto con Ángel Manzano y Santiago Corella, el 12 de noviembre de 1983.
A primera hora de la tarde la hermana de Ángel Manzano, Pilar, acompañada de un abogado, se dirigió a la prisión para esperar la salida de su hermano. El abogado, Jaime Sanz de Bremond, manifestó que Manzano "ha pagado las consecuencias del mal funcionamiento de la Administración, porque es una verguenza que el viernes se haya concedido un indulto y hasta hoy no se le haya puesto en libertad". Antes de abandonar la prisión junto con su familia, Manzano manifestó no estar arrepentido de haber declarado en el juicio.
Ver pasar las estaciones
Concepción Martín, la mujer de Ángel Manzano, pasó nerviosa todo el día desde que llegó a la prisión vallisoletana a las diez de la mañana. Desde que su marido ingresó en prisión aguardaba que se le otorgase el indulto, espera en la que ha visto "pasar las estaciones y las navidades y cada mes, que al siguiente y luego que al otro". Junto con la hija de la que estaba embarazada la noche que desapareció Santiago Corella, en que ella misma fue detenida, pasó ayer 11 largas horas. Lleva 20 meses visitándole a solas y no quería pensar que no saliese ayer.Trabaja de maquinista industrial y prefiere que sus compañeras no sepan quién es "porque la gente es mala y si desaparece algo automáticamente piensan que eres tú por ser mujer de quien eres". Concepción es una mujer educada que ayer perdió la paciencia en un par de ocasiones porque está preocupada por cada hora que su marido pasa en prisión: "Está muy afectado y yo sé como estaba cuando entró, pero no sé lo que me van a devolver ahora".
No entiende por qué el indulto se ha retrasado tanto, pero a las siete de la tarde, cuando se confirmó que la libertad de su marido había llegado a través del fax se pintó los labios y caminó hacia la verja. "Dejad primero que le abrace, no saltéis encima", pidió a los periodistas que aguardaban desde por la mañana a las puertas de la prisión de Villanubla. Y los periodistas esperaron.
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