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ECOLOGÍA

Emergencia en Atenas por el alto grado de contaminación

Atenas, desde las colinas de la Acrópolis y de Licabetus, recuerda el título de una novela de Italo Calvino: La nube de smog. El pasado jueves sonaron todas las alarmas cuando se midieron en el centro de la capital griega 631 microgramos de dióxido de nitrogeno por metro cúbico de aire, muy por encima del límite máximo de 500 que obliga a entrar en acción e incluso por delante del récord histórico, fijado el pasado marzo en 621. En consecuencia, el Gobierno se vio forzado a tomar medidas de emergencia, que incluyeron la, prohibición, hasta las cinco de la tarde de ayer, del tráfico privado en el centro de la ciudad, la suspensión de las clases en los colegios y la reducción en un 50%. del consumo de fuel en las industrias.Las calles de Atenas se vistieron ayer de amarillo (el color de los taxis), y de azul (el de los autobuses), mientras el número de motocicletas se multiplicaba y centenares de automovilistas se hacían los locos y desafiaban la prohibición, para cuyo cumplimiento no se observaba un excesivo despliegue policial.

La crisis ha surgido en plena campaña para las elecciones de mañana, aunque no se haya convertido en motivo de disputa electoral. Sólo los ecologistas integrados en la alianza de izquierda que dirigen los comunistas se hicieron notar, con una maratón en bicicleta por el centro de la ciudad.

Próximos cinco años

Kostas Liaskas, ministro de Medio Ambiente, hizo públicas el jueves las principales propuestas de un proyecto de ley destinado a conservar el equilibrio ecológico de Grecia. El plan prevé dedicar anualmente al menos el 2% del producto interior bruto, durante los próximos cinco años, a la protección del medio ambiente; la discusión en el Parlamento de informes anuales sobre los resultados de las medidas contra la ne fos (contaminación), y la priori dad máxima a la protección de Atenas.La candidatura de Atenas como sede de los Juegos Olímpicos de 1996, justamente cuando se cumpla el centenario de los mismos en la era moderna, convierte en urgente el reto de que en la vieja ciudad de Aristóteles se pueda al menos respirar.

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