Concentrado de personalidades

Que nadie acuda al diccionarlio, al mapamundi o al santoral; Rogopag sólo está en las historias del cine, como la comunión de cuatro cineastas (Roberto Rossellini, Jean-Luc Godard, Pier Paolo Pasolini y Ugo Gregoretti) que simbolizan una época de inquitudes tan concreta como los primeros años sesenta. Sólo Rossellini podía considerarse por esas fechas un veterano.Es obvio que, teniendo en cuenta la reunión de tanta personalidad, Rogopag es una obra de interés. Tal vez no sea la película que atesore los talentos respectivos de cada uno de los convocados, pero éstos están y escupen sus idiosincraslas, lo que ya de por sí merece una altísima consideración.

Vamos a recorrer brevemente Rogopag. Del episodio de Gregoretti acaso lo más destacable sea la composición de su protagonista, otro Ugo, el Tognazzi. Del de Godard, decir que se pretende una reflexión sobre lo que podría ser una nueva civilización una vez acabada por explosión atómica, la nuestra de hoy.

Lo mejor está en Rossellini y PasolIni. A través de la relación que se establece entre una azafata del vuelo Roma-Bangkok y un ejecutivo americano, Rossellini explora aspectos de la vida moderna componiendo un tratado sobre el complejo de Edipo y sobre el arte que mejor funde la realidad con las apariencias: el cine.

Por su parte, Pasolini propone el episodio más conflictivo -en su momento lo fue, fuertemente criticado por la Iglesia- de la película, el titulado La ricotta. Se trata de una meditación sobre las sagradas escrituras establecida mediante sus propios mecanismos de representación, a través del propio cine como elemento de penetración y de la figura de un nuevo dios -el director de cine, significativamente encarnado por Orson Welles-, que pone el mundo a sus órdenes. Los viajes de Gulliver es una vulgar pero entretenida versión del célebre cuento de Swift, y Sola en la oscuridad, un convencional filme de suspense sobre el acoso de unos bandidos a una mujer ciega.