Perros y personas
En referencia a la carta Perros publicada por su medio, remitida por doña Inés Arias Domínguez, me gustaría publicase unas líneas de réplica para una dama tan poco tolerante.En primer lugar, pienso que está totalmente equivocada en sus peticiones al Ayuntamiento. ¿No cree doña Inés que primero habría que limpiar la ciudad de personas que ensucian paredes y suelos con carteles, pintadas y toda clase de inmundicias? Quizá no se ha dado cuenta de que tal vez hasta ella arroja los cigarrillos encendidos por la ventanilla del coche, escupe al suelo incluso cuando está enferma y, en la cafetería, todo lo que le sobre va al suelo. Por favor, seamos serios.
Cuando los humanos estemos educados nuestros animales domésticos también lo estarán y... en esa ciudad de 10 millones de habitantes -¿Londres?- hay más perros que en Madrid, y si no le gusta, que se marche a la ciudad más ruidosa e inhumana del globo y que a ella tanto le gusta por sus prohibiciones: Tokio. ¡Hay tantas personas que tampoco tenían que estar permitidas...!-
Únicamente unas líneas para aumentar Y corregir la opinión de doña Inés Arias Domínguez.
No sólo hay que pedir al señor alcalde que no permita la entrada de perros en Madrid; hay que exigirle además que tale todos los árboles, que queme los arbustos, que arranque flores y plantas, que estrangule a todos los gatos, que cocine los pájaros y, para ser totalmente igual a Tokio, que nos pague a todos la cirugía estética para estirarnos los ojos y unas copas de oxígeno en el bar de la esquina.- M. Teresa Rey Rodríguez. Madrid.
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