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GENTE

Alain Poher

Coleccionar un cargo para toda una vida

Alain Poher, de 80 años de edad, parece incombustible. Lleva 21 años siendo presidente del Senado francés, un cargo para el que ha sido elegido ocho veces. La última, hace pocas semanas, en la que resultó reelegido en contra incluso de su propio grupo senatorial, la Unión Centrista, y su victoria sólo fue posible por el apoyo del líder de la Asamblea por la República (RPR) en el Senado, el ex ministro Charles Pasqua. El empecinado Poher, que afirmó haberse presentado por "una cuestión de honor", ocupará así durante tres años más un despacho acondicionado con muebles estilo imperio del que no sale desde hace 21 años.Dos veces presidente interino de la República; funcionario público en 1945; parlamentario desde hace 43 años; tres veces secretario de Estado; alcalde de su pueblo, Ablon-sur-Seine, durante 38 años, Poher es un coleccionista de cargos y el más claro ejemplo de perpetuación en la Francia de los feudos políticos. Y, sin embargo, Poher fue elegido por sorpresa en 1968, tras presidir durante dos años el Parlamento Europeo. Trece años antes, este ingeniero de minas, licenciado en Derecho y diplomado en Políticas, había ingresado en la Administración. Ese mismo año fue elegido senador por Seine-et-Oise y desde 1968 lo es por el departamento de Val-de-Marne, donde nació.

Sin embargo, su notoriedad política se debe a las dos veces en que presidió la V República sin someterse al sufragio universal. Debido a su condición de presidente del Senado, ocupó el Elíseo entre el 28 de abril y el 19 de junio de 1969, cuando el general De Gaulle renunció al perder el referéndum sobre la regionalización y la reforma de la Cámara alta. En las elecciones presidenciales de junio de 1969 fue batido espectacularmente por Georges Pompidou, pero la muerte de éste le permitió de nuevo ocupar la presidencia.

Durante el primer septenio de François Mitterrand, elegido en 1981 bajo el eslogan "la fuerza tranquila", Poher se acantonó en el Senado, de mayoría de derechas, para combatir las reformas socialistas. "La verdadera fuerza tranquila soy yo", gusta de decir Poher, católico practicante y amante del tenis.

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