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TORNEOS EUROPEOS DE FÚTBOL

El Madrid sólo consiguió evitar la humillación

Alex Martínez Roig

ENVIADO ESPECIALEl Milán se ha convertido en una bestia negra tan gigantesca para el Madrid que hasta un 2-0 como el encajado ayer en San Siro puede llegar a ser considerado por algún inocente como un buen resultado. Esta vez el parte médico de las heridas sufridas por el Madrid fue menos salvaje que la pasada temporada, sobre todo si se tiene en cuenta que ahora queda una nueva operación quirúrgica en el Bernabéu. Pero anoche el Madrid, como ya sucedió en las semifinales de la pasada primavera, tuvo que bajar la cabeza -aunque no salió tan humillado como entonces- ante un campeón de Europa claramente superior. Si el partido del año pasado fue el epitafio de un equipo -y de hecho representó la muerte del técnico Beenhakker- el de ayer puede ser considerado como el triste preámbulo de una noche, la del 1 de noviembre en el Bernabéu, que será histórica -por positiva o por negativa- para la historia futura del Madrid.

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El Milán era, la pasada temporada, una máquina perfecta. Anoche, la máquina mostró estar algo oxidada por las lesiones -Gullit está en la grada, y Rikjaard y Donadoni sólo jugaron 45 minutos-. La máquina no arrolló al Madrid, pero sí le atropelló dos veces y dejó patente que las piezas de recambio buscadas por los madridistas no sirven para mejorar el conjunto.

La sensación de que el 5-0 podría repetirse era descartada por todos, milanistas y madridistas, antes de iniciarse el encuentro. Y, sin embargo, 14 minutos después nadie habría apostado por lo contrario. El Milán golpeó dos veces al Madrid sin que éste tuviese tiempo de ver por dónde venían los golpes. Bastaron dos carreras de Van Basten, que tan sólo había jugado un partido completo esta temporada, para destrozar al Madrid. Primero, descubriendo las vergüenzas de Ruggeri con un regate corto para dejarle el balón en la cabeza a Rijkaard. Y después, para escaparse de toda la defensa, ser derribado -fuera del área- por Buyo y transformar el penalti.

Para la suerte del Madrid, Van Basten, que se mostró capaz de marear a voluntad a Hierro y a Ruggeri, se escondió poco después, tras perdonar ante Buyo un gol -¿sería el subconsciente?- más claro que el del penalti. Schuster también se marchó con el 2-0, a causa de una lesión sufrida en un salto con Van Basten. Las dos circunstancias, más que el empeño del propio Madrid, frenaron la avalancha milanista. Sanchís, un hombre rápido que acompaña a los lentos Hierro y Ruggeri, se colocó de líbero, con Chendo por delante y Julio Llorente en el lateral, y el equipo ganó en seguridad.

En el Madrid se impuso la idea de salvar ante todo la cabeza, y la ilusión de Toshack, el técnico madridista, de marcar dos goles en San Siro, pasó a mejor vida. Todo el Madrid se cerró atrás. Pero si la marcha de Schuster mejoró claramente la defensa, el centro del campo seguía sin funcionar. Ni un voluntarioso Martín Vázquez ni un desafortunado Michel -otro partido clave en el que no se ha destapado- conseguían imponer cierto orden en el equipo. De hecho, el Madrid sólo creó una ocasión de peligro, cortada en falta por Costacurta y que pudo desembocar en gol si el árbitro hubiese concedido a continuación la ley de la ventaja a Michel.

En la segunda parte, ya sin Rijkaard pero con Donadoni, el Milán -realista- se dedicó más a controlar el resultado que a buscar la goleada. Y es un 2-0 en Europa, desde la óptica italiana, significa que, marcando un gol en el Bernabéu el Madrid necesita cuatro para pasar la eliminatoria. El Madrid, finalmente, comenzó a sacar la cabeza del agujero en el que estaba, pero sólo le sirvió par organizar tímidos contraataques que nunca concluían en ocasiones de gol. La máquina del Milán, pese a estar oxidada, aún dio dos sustos en sendos tiros de Simone (m. 63) y Van Basten (m. 73). Y el Madrid, pese a la entrada de otro delantero (Losada) por un defensa (Chendo, lesionado) se quedó sin marcar ninguno de los dos goles que quería Toshack. Ahora sólo una noche mágica puede salvar a Madrid.

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Sobre la firma

Alex Martínez Roig
Es de Barcelona, donde comenzó en el periodismo en 'El Periódico' y en Radio Barcelona. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Deportes, creador de Tentaciones, subdirector de EPS y profesor de la Escuela. Ha dirigido los contenidos de Canal + y Movistar +. Es presidente no ejecutivo de Morena Films y asesora a Penguin Random House.

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