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Día del Gran Perdón en Casablancanca

Casi 15.000 judíos marroquíes celebraron su fiesta religiosa bajo la tolerante mirada del islam

Era el día del Yom Kipur y hasta los judíos poco practicantes como S. Laredo ayunaban y dedicaban la jornada a pedir a Dios el perdón de sus pecados. Laredo, un joven fabricante de prendas de cuero, se cubría la coronilla con la kipa o gorrito semiesférico y los hombros de su elegante traje italiano con el talet o pañuelo de oración. Con los mismos ornamentos, otros 400 hombres de todas las edades abarrotaban la sinagoga Bet El de Casablanca. Muchos tenían apellidos de indudable origen sefardí o español: Toledano, Berdugo, Castiel, Laredo, Valensi, Serfati, Marciano, Coriat

Las autoridades civiles y militares de Casablanca que debían presidir el principal acto religioso del Yom Kipur tardaban en llegar y Laredo aprovechaba la ocasión para charlar con un par de correligión arios de la dura competencia que el cuero turco está representando para el marroquí, el descenso del turismo en las Canarias y las posibilidades de la inversión inmobiliaria en París. Descendiente de una familia expulsada de España por la Inquisición, hablando en francés de negocios internacionales, con su traje italiano y su kipa y su talet, era la viva imagen del judío cosmopolita y triunfador.El resto de los hombres sentados en las confortables sillas del templo también ofrecían un aspecto tranquilo y acomodado, y sorprendía el que, pese a las 20 horas de ayuno que llevaban encima, aún tuvieran ganas de bromear. Las mujeres, un centenar, no tenían acceso a la planta baja del templo.

En la tarde del pasado lunes (día 9), en Casablanca la humedad empapaba las camisas y el sol brillaba tras una sucia nube de humos de chimeneas industriales y de tubos de escape. Para la gran mayoría de los cinco millones de personas que se agitaban en la metrópoli atlántica era un día más en la dura lucha por ganarse la sémola. Pero para 8.000 de sus vecinos y compatriotas se trataba de la décima jornada del nuevo año hebreo de 5750, del sagrado Yom Kipur, ese día en que, como decía Serge Berdugo, uno de los dirigentes de la comunidad, "todos los judíos tienen la oportunidad y el deber de reflexionar sobre sus vidas".Como 12 millones de correligionarios en Israel y en toda la Diáspora, los judíos de Casablanca festejaban el Día del Gran Perdón. Y lo hacían en un país árabe y musulmán, razón por la cual el rabino Simón Suisa incluiría más tarde en sus plegarias en hebreo una en árabe para pedir a Dios larga vida al rey Hassan II y sus herederos. "La monarquía- marroquí", explicó Berdugo al periodista extranjero, "ha protegido tradicionalmente a los judíos".

Diputados, comunistas

Dos tercios de los 22.000 judíos que siguen viviendo en países árabes están en Marruecos. Son ciudadanos de pleno derecho, practican en libertad sus cultos y rigen sus asuntos familiares por tribunales rabínicos. Algunos trabajan en los negocios del rey; muchos se dedican al comercio internacional; otros mantienen la reputada tradición de la joyería hebrea; uno es diputado en el Parlamento de Rabat; otro, dirigente del partido comunista marroquí.Judíos los había en Marruecos antes de que la expansión del islam alcanzara sus límites occidentales: eran beréberes ganados a esta fe desde tiempos antiguos. Sus filas se vieron reforzadas a mediados de este milenio, cuando Marruecos era ya un país musulmán, con la llegada de los judíos expulsados de España, que traían bajo el brazo las llaves de sus casas, hablaban las lenguas romances peninsulares y estaban poseídos por una terrible nostalgia de la tolerancia religiosa de Al Andalus.

Hacia 1954 había 240.000 judíos en Marruecos. Hablaban dialecto árabe popular y también beréber, castellano y francés, y usaban la lengua hebrea tan sólo para los ritos religiosos, y, aun así, salpicada de palabras de origen español. El sultán garantizaba personalmente la seguridad de sus melahs o barrios de Todgha, Tánger, Marraquech, Rabat, Salé, Uxda, Tarudant, Casablanca o Fez.

Sin embargo, para entonces ya había sido fundado el Estado de Israel y el mundo árabe le había declarado una guerra a muerte. Mohamed V y Hassan II reiteraron su voluntad de defender a la comunidad hebrea, cuya mayoría optó a finales de los años cincuenta y comienzos de los sesenta por tomar el camino de Israel, Francia, EE UU y Canadá.

Laredo, Berdugo, Toledano y los otros notables judíos de Casablanca eran de los que se quedaron. Ahora esperaban la llegada de las autoridades árabes y musulmanas de la ciudad que iban a presidir el acto religioso.

Tiempos de Al Andalus

La sinagoga estaba en una callecita del centro de Casablanca y, según decía una lápida, había sido fundada en 1949. Era el principal de los treinta y tantos templos semejantes de la ciudad marroquí, y estaba decorada con estrellas de David y menoras o candelabros. En el centro de la gran sala, en un podio de madera labrada, estaban los rabinos. Con negros ropajes ceremoniales, destacaba el gran rabino Simón Suisa. Tenía a su derecha a la estrella invitada de la jornada: Jo Amar, oficiante célebre por sus cantos salmodiados. Nacido en la ciudad marroquí de Setat había venido de Israel, donde residía desde hacía años y en cuy radio nacional animaba un popular programa religioso.Con tres cuartos de hora de retraso, aparecieron al fin la autoridades de Casablanca: la militares, con sus uniformes d gala; las civiles, con oscuros trajes europeos a rayas y rojos sombreros fez. Se sentaron a ambos lados del tabernáculo y los fieles aplaudieron y del balcón de la mujeres salieron algunos yuyus Berdugo descorrió entonces lo cortinajes del tabernáculo, dejando a la vista cuatro grande rollos con textos bíblicos.

Ésa fue la señal del comienzo Jo Amar entonaría después un viejo canto hebreo de alabanza

Adonai; el gran rabino Suisa elogiaría a la familia real marroquí, y habría nuevos aplausos, y así, en la sinagoga Bet El, los notables judíos de Casablanca celebrarían e Yom Kipur bajo la mirada tolerante del islam. "Así era en lo tiempos del Al Andalus", dijo en español un hombre de plateado mostachos llamado Toledano.

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