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Egipto y Libia tratan de acabar con 12 años de ruptura

Ángeles Espinosa

El encuentro celebrado ayer entre el presidente de Libia, Muammar el Gaddafi, y el de Egipto, Mobamed Hosni Mubarak, constituye un nuevo paso en el proceso de reanudación de relaciones emprendido por ambos dirigentes el pasado mayo, tras 12 años de ruptura. Desde ese mes se aguarda el anuncio oficial de la reapertura de sus respectivas representaciones diplomáticas en El Cairo y Trípoli. Gaddafi, que ha dado prueba de su interés al responder a la invitación que le cursó hace ya varios meses el rais, abandonó anoche la ciudad egipcia de Marsa-Matruh sin que se confirmara la esperada noticia.

El líder libio recibirá hoy a Mubarak en Tobruk, al otro lado de la frontera. Gaddafi, que no ha renunciado a su megalomanía llegó a la citada localidad egipcia en coche y rodeado de sus ya populares guardaespaldas femeninas. De todas formas, la elección de Marsa-Matruh, a 200 kilómetros de la frontera libia, parece dictada más por la prudencia que por la excentricidad. Si bien es verdad que habitualmente los jefes de Estado extranjeros viajan a la capital del país que visitan, en esta ocasión elementos extraprotocolarios aconsejaban otras posibilidades. La explicación colorista aduce una reciente declaración de Gaddafi en la que éste prometía no pisar El Cairo mientras haya allí una embajada israelí. Aunque Gaddafi practique ahora una política realista frente al exterior, continúa utilizando un lenguaje militante para consumo interno. ¿Cómo podría justificar ante su pueblo la aceptación de un acto que él mismo ha calificado de traición? Desde el mismo día en que Egipto firmó la paz con Israel, el enfant terrible del mundo árabe ha venido pidiendo que a El Cairo, cuyo nombre en árabe, Al Qahira, significa La Victoriosa, se le llame Al Maqhura, La Derrotada. Todo un símbolo que en esta sociedad de gestos supera el significado anecdótico.Primera visita en 16 años

Los embajadores están nombrados y los plácets concedidos. En el edificio cairota de la antigua Oficina Popular de la Yamahiria libia (como denomina Trípoli a sus embajadas) se realizan obras desde hace semanas. Tan sólo falta el gesto que los observadores políticos esperan que salga del encuentro se celebrará hoy al otro lado de la frontera. Aun sin formalizarse en un intercambio de diplomáticos, la realidad del restablecimiento de relaciones ha ido por delante.

Desde que, el pasado mayo, el rey Hassan II de Marruecos propició la entrevista informal entre Gaddafi y Mubarak, al margen de la cumbre árabe de Casablanca, se han reabierto las fronteras y se ha logrado un acuerdo para indemnizar a los trabajadores egipcios expulsados de Libia en 1985.

Al margen de este aspecto bilateral, con hondas repercusiones interárabes, otro elemento da relieve a esta visita de Gaddafi a Egipto, la primera después de 16 años. El cambio de actitud de Libia respecto a su vecino del Este tiene raíces más profundas. En su intento por salir del aislamiento internacional en que le sumió su relación ambigua con el terrorismo, Gaddafi ha optado por una línea más pragmática en sus relaciones exteriores, y Mubarak puede ser un buen relaciones públicas para ayudarle a recuperar credibilidad en la escena política.

Paz con Israel

La intensa actividad diplomática desplegada por el presidente egipcio tanto en el problema palestino como en las cuestiones africanas no sólo le concede un papel estelar en la región, sino que, lo que cuenta aún más, le convierte en interlocutor privilegiado de Washington. Libia, cuyo territorio bombardeó Estados Unidos en 1986, ha aprendido desde entonces las dificultades de vivir al margen de los grandes. Este camino, y Gaddafi lo sabe, aunque no pueda admitirlo de forma abierta, pasa por aceptar algún día la paz con Israel.

De momento ha hecho las paces con el amigo de su enemigo y se muestra optimista. "Esta visita abre para la nación árabe la vía de la unidad", aseguró ayer, con su habitual lenguaje grandilocuente, en una breve comparecencia ante la Prensa. Mubarak, más modesto, se limitó a desear que las relaciones entre ambos países "progresen sobre la base de lazos fraternales frente a un destino común".

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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