Con olor de barrio bien
"Pechar con estas cosas de la democracia"
Muy simpática, muy acogedora, muy modosa, entre tímida, educada y absolutamente convencida de lo que dice, Caridad Rivera: "Me parece bien que se vote, y me alegro de que las cosas vayan como van".El marido sale a escena desde el fondo de una morada oscura: "Los programas electorales no valen nada, menos el del PSOE, según la televisión".
-¿Son ustedes representantes de este barrio de Salamanca?
-¡Ah, eso ya!...
-¿Qué le chincha de los otros candidatos?
-Todo son promesas falsas.
-¿Y Ruiz-Mateos?
-¡Ay, por dios! -exclama doña Caridad antes de concluir-. Ahora se dice que roban mucho, pero antes no se robaba, porque no había nada; y ahora dicen también que hay vicio, pero es porque se sabe más.
Esta pareja, porteros en una finca urbana de la calle de Serrano, nacieron tras la guerra civil, vivieron la emigración económica por tierras de la Europa ya rica de los años cincuenta y sesenta. Y nacieron en Vallecas.
Las últimas terrazas otoñales de las niñas de Serrano son una caricia para don Faustino Alonso y Alonso, impecable en el vestir y en el oler: "Estoy orgullosísimo de Franco, de haber participado en la División Azul, y hoy también me parece que son otros tiempos, y hay que pechar con estas cosas de la democracia, aunque no puedo olvidar la integridad de aquel gran hombre que fue Franco cuando veo a estos sinvergüenzas que gobiernan o que lo desearían". El hombre vino al mundo en esta calle de Serrano, de familia acomodada, como lo es él hoy mismo. Gusta de aconsejar a su interlocutor de azar, y se recrea: "Vaya usted a California 47; ahora ya hay mucha hierba mala en este refugio, de lo mejor que ha dado España. Yo no voto, comprende; votar es poco serio".
¡Qué pena que el santo lugar de don Faustino ande en obras! En la misma calle de Goya, otro refugio hermano le sirve de parada y fonda al caminante electoral. Tres señoras: una, de blusa verde de seda; la otra, de blusa blanca de seda, y una tercera, blusa beis de seda. Andan por los sesenta y pocos, cotorrean a placer, no toman nada, una juega con el cenicero; hablan de relojes comprados en Nueva York, de "la madre Montserrat, que es una monada de monja". Resulta molesto interrumpir, pero uno da el asalto y se explica... "¿Cómo ha dicho, que es usted periodista de EL PAÍS?; si eso es del Gobierno, por Dios" (la de verde). "Por favor" (la de beis). "¿Me permiten que me siente con ustedes sólo unos segundos?'. "No, por Dios, perdone". "Sólo una cuestión, ¿les enternece ese pelo blanco que puebla los aladares del presidente...?". Demasiada gente observaba molesta y uno escapó.
En la calle, sin contemplaciones: "Señorita, ¿qué le interesa del Partido Popular?". "Que llegue a la Moncloa para acabar con la delincuencia y con la droga, y con el libertinaje incontrolado; y menos impuestos, sobre todo, y más policía".
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