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Reportaje:

El retorno a la Residencia de Estudiantes

Tres artistas y tres investigadores ocupan los cuartos de Lorca, Buñuel y Dalí en la calle del Pinar

La Residencia de Estudiantes, uno de los focos culturales más activos de la República, vuelve a acoger estudiantes a partir de este curso. El Ayuntamiento de Madrid ha becado a tres artistas y a tres investigadores y ofrece ayudas a otros nueve jóvenes para que vuelvan a habitar el viejo caserón de la calle del Pinar, donde se conocieron Federido García Lorca, Salvador Dalí y Luis Buñuel, entre otros muchos. Para los nuevos residentes aquélla fue una experiencia irrepetible que ha dejado los pasillos "llenos de fantasmas".

Los domingos se invitaba a los amigos a comer en la Residencia. Un domingo cualquiera, y junto al director, Alberto Jiménez Fraud, podían sentarse Miguel de Unamuno, Eugenio d'Ors, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, José Ortega y Gasset, Ramón y Cajal, Manuel de Falla y Valle Inclán, todos imbuidos de lo que entonces denominaban "espíritu de la casa". En las mesas, entre residentes y amigos habituales, Lorca, Dalí, Buñuel, Pepín Bello, Eugenio Montes, Dámaso Alonso, Rafael Alberti, Gerardo Diego, José Moreno Villa, Jorge Guillén, Emilio Prados, Severo Ochoa, Grande Covián y Gabriel Celaya.

En el salón de actos hablaron H. G. Wells, Marinetti, Chesterton, Paul Valéry, Louis Aragon, M. Keynes, Le Corbusier, madame Curie, Albert Einstein y Jean Piaget, entre otros. Al piano de la Residencia se sentaron Maurice Ravel y Stravinski. Howard Carter contó cómo descubrió la tumba de Tutankamen; Charles Granville Bruce apasionó a la audiencia con su expedición al Everest, y T. A. Joyce desgranó la cultura de los mayas.

Tras la guerra, la Residencia pasó a depender del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Languideció durante décadas como alojamiento a profesores e investigadores de paso. Ahora está en fase de reconstrucción. Arquitectónica y moral. Va a constituirse como fundación independiente y desde hace dos años organiza actividades.

Becados

Santiago Santallana, José María García y Estela Horretche son tres de los seis residentes becados por el Ayuntamiento. Sus proyectos fueron elegidos entre más de un centenar de solicitudes. Se muestran "abrumados" por la amabilidad que han recibido. Los tres pidieron la beca "por casualidad". Santiago Santallana quiere escribir un guión sobre la vida del doctor Esquerdo. "Un personaje genial", explica Santallana, "que utilizó el psicodrama mucho antes de que lo bautizaran los americanos y que montó dos clínicas en Madrid en las que disminuidos físicos representaban zarzuelas y obras de teatro. Fue un innovador para su época, y la reconstrucción de su vida me está resultando un trabajo apasionante". El joven cineasta vivía en Madrid, alquilado, pero le resulta más cómodo que se lo den "todo hecho", además de vivir "en un ambiente como éste".José María García es pianista. Viene de Andalucía y pidió la beca porque aquí están los profesores con los que quiere estudiar. Aún no puede creer que vive en la Residencia de Estudiantes. Estela Horretche viene de más lejos. De orígen argentino, encontró el anuncio de la beca en un periódico madrileño en California, donde recogía datos para su tesis sobre el teatro de vanguardia de Lorca. "Estar becada para investigar sobre Lorca en el mismo lugar en que vivió y escribió Lorca me parece increíble". Asegura que a veces se queda petrificada en los pasillos "porque este lugar tiene algo".

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Mojaduras de primavera

Los tres residentes -falta Pedro Morales, pintor, y los investigadores Pedro Luis Rodríguez Egea y Milagros Molde- son serios y educados. "Nosotros", se defiende Santallana, "no estamos obligados a ser geniales. Estamos aquí con un proyecto muy concreto y nada más. Si hay algo después, es pronto para saberlo".Dalí escribió que la Residencia fue para él, sobre todo, el sitio donde aprendió "a ir de juerga". Las genialidades de los estudiantes consistían en las mojaduras de primavera -echar un cubo de agua al primero que pasara-, en organizar concursos de menstruación y en el invento del pedómetro, recordado por Alberti en La arboleda perdida.

Buñuel solía difrazarse de mendigo y pedir detrás de la Residencia. Lorca y Dalí simularon que su habitación era una balsa y que habían naufragado: estuvieron toda la noche pidiendo auxilio. Un día llegó el Rey, y Buñuel se asomó a saludarle completamente desnudo, sólo con un sombrero de paja. Pasan por los corredores decenas de "fantasmas" de otra época. De cuando la cultura cabía en el salón de la Residencia de Estudiantes.

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