Los líderes chinos se esfuerzan por parecer unidos
La cúpula política china se esfuerza, en vísperas del 40º aniversario de la fundación de la República Popular, por mostrarse unida en una campaña de imagen que haga olvidar los sangrientos sucesos de junio. Pekín está más limpia que antes y las banderas rojas ondean en la calle. La tristemente célebre plaza de Tiananmen ha sido adecentada para los actos conmemorativos de mañana. El todopoderoso Deng Xiaoping ha reaparecido en público tres veces en menos de dos semanas, aparcando las especulaciones sobre su débil salud. El nuevo secretario general del partido, Jiang Zemin, se ha presentado al mundo en una inusual conferencia de prensa, acompañado de los otros cinco miembros del nuevo Comité Ejecutivo, para afirmar que la represión de esta primavera no fue una tragedia, sino una medida necesaria para sofocar una rebelión contrarrevolucionaria.
La situación interna china continúa siendo confusa, aun cuando son cada vez más las señales que, revelan el dominio del ala conservadora y el retroceso en la política de reforma emprendida por el ex secretario general Zhao Ziyang.Los sinólogos insisten en que el viejo Deng ha tenido que ceder terreno ante las exigencias de ortodoxos octogenarios como el economista Chen Yun y el ex presidente del Parlamento Peng Zhen, dos veteranos que perdieron su cargo en el Politburó hace dos años, después del congreso que ratificó la línea de apertura. Los comités de vigilancia popular atemorizan a quienes no simpatizan con el nuevo clima. Las clases han comenzado ya en muchas universidades con la novedad de cursos de adoctrinamiento político. Igual sucede en las fábricas. Las posibilidades de estudiar en el extranjero serán menores a partir de ahora. Todo ello son rasgos que se aprecian en el otoño de Pekín. Un pleno que tiene previsto celebrar el Comité Central en octubre aprobará una serie de mecanismos de rectificación económica en línea con las aspiraciones de los ortodoxos.
Retirada de Deng
Las especulaciones en torno a una posible retirada política de Deng han vuelto a crecer en los últimos días. El viejo líder, de 85 arios, mantiene la presidencia de la comisión militar, en realidad el cargo de gobierno más importante. El general Yang Shangkun, de 82 arios, presidente de la nación, aspira a suceder a Deng al frente de esa comisión y para ello busca afianzar su fuerza dentro de las fuerzas armadas colocando a familiares en puestos de responsabilidad. Yang tuvo un papel destacado en la crisis de junio, pero no ha conseguido de momento su propósito.Algunos observadores estiman que Deng jamás abandonará el timón, al menos en vida, y otros piensan que podría hacerlo de aquí a seis meses una vez que se consolide la posición de Jiang Zemin. El nuevo secretario general no tiene aún peso dentro del complejo engranaje del poder. Defendió la liberalización económica cuando fue alcalde y posteriormente jefe del partido en Shanghai, pero ahora ha tenido que tamizar su reformismo tras los sucesos de junio.
Ayer mismo, en un mitin popular celebrado en Pekín, el nuevo líder del partido defendió la política de apertura y reforma, pero censuró a quienes han pretendido con ella implantar en China el modelo occidental de liberalismo burgués.
Jiang, que mostró su seguridad en que "el verdadero curso de la historia pasa por la sustitución del capitalismo por el sistema socialista", dijo que la reforma debe estar ligada al cumplimiento de los cuatro pilares básicos: el socialismo, la dictadura popular, la autoridad del partido comunista y el marxismo-leninismo-pensamiento de Mao Zedong.
En su primer gran discurso desde que sucedió al defenestrado Zhao Ziyang, de 75 minutos de duración, Jiang -que se mostró en todo momento serio y taciturno- no ofreció ninguna solución novedosa para los problemas económicos y políticos de China.
Lucha por el poder
La lucha por el poder está aún lejos de terminar, afirman los observadores extranjeros. De los seis miembros del Comité Ejecutivo sólo dos pueden calificarse de denguistas, el propio Jiang Zemin y el ex alcalde de Tienjin, Li Ruihuan. Los restantes, el primer ministro Li Peng, el viceprimer ministro Yao Yilin, Qiao Shi y Song Ping, apuestan por un retorno a la ortodoxia política y a la planificación económica. Jiang y Li son nuevos en Pekín y no han podido construirse todavía un marco de aliados.El Gobierno ha estrechado las medidas de seguridad con el fin de impedir cualquier tipo de sabotaje a los actos que este fin de semana tendrán lugar con ocasión de la fiesta nacional. Los hoteles están a mitad de su capacidad, pese a ser temporada alta. Ningún ciudadano de provincias ha sido autorizado a viajar a la capital para participar en los festejos. La policía pide en la calle la documentación. La ley marcial sigue vigente, pero la presencia de soldados es mínima. Los embajadores de los 12 países de la Comunidad Europea han decidido asistir a una recepción que el Gobierno ofrecerá esta noche al cuerpo diplomático, pero se ausentarán del acto folclórico de mañana en Tiananmen.
En un principio se especuló con la posibilidad de que el jefe de la misión francesa fuera a boicotear los dos actos por la grave tensión que ha suscitado la constitución en París de un frente opositor al régimen chino en el exilio.
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