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Tres años de prisión para un anciano que abusó sexualmente de seis niñas

Inocencio Modesto Muñoz Angel, de 72 años, propietario de un estanco en Villanueva de la Sierra (Cáceres), ha sido condenado a tres años de prisión y a indemnizar globalmente con 375.000 pesetas a seis niñas, de edades comprendidas entre los 9 y los 12 años, de las que abusó sexualmente. La sentencia, dictada por la Audiencia Provincial de Cáceres, ha sido calificada de "irrisoria" y "retrógrada" por la ahogada de la acusación particular.

La sentencia considera a Muñoz Ángel culpable de seis delitos de abusos deshonestos, condenándole por cada uno de ellos a siete meses de prisión menor y al pago de 25.000 pesetas de indemnización, más un delito de lesiones por el que deberá abonar otras 250.000 pesetas, unido a una multa de 60.000 pesetas."El mensaje que se obtiene del caso está claro: hombres de 70 años, podeís abusar sexualmente de cualquier niña por el módico precio de 25.000 pesetas. Os concederemos la revisión condicional de la pena y no ireis a prisión", ha manifestado en tono sarcástico la abogada de la acusación particular, María Pulido.

"La pena es irrisoria y retrógrada y la indemnización de chiste. Se trata de una sentencia propia del talante retrógrado de nuestros jueces, en concreto, de la Sala de lo Penal de la Audiencia Pronvicial de Cáceres", ha añadido.

El juicio, celebrado a puerta cerrada el pasado día 13, estuvo rodeado tensión por parte de los familiares de las niñas, algunos de los cuales están emparentados con el acusado. "Sólo pedimos justicia", comentó entonces la madre de una de las pequeñas.

En sus conclusiones definitivas, la letrada de la acusación particular solicitó 60 años de prisión y una indemnización de 11 millones de pesetas. El fiscal, que inicialmente pedía 10 años de prisión, elevó la petición de pena a 16 años.

Los hechos juzgados ocurrieron entre el verano de 1987 y el invierno de 1988 en la localidad de Villanueva de la Sierra (800 habitantes), Inocencio Modesto Muñoz Angel regentaba entonces un estanco en el que también vendía golosinas. Con distintos argumentos invitaba a las pequeñas a que visitaran a solas el establecimiento y, tras cerrar la puerta, les ofrecía chucherías. Posteriormente las besaba y manoseaba, tocándoles pechos y órganos genitales. Después las amenazaba para que no hablaran.

La brusquedad de sus acciones causó en una niña de 11 años un gran edema y escoraciones en sus genitales. La pequeña tuvo que ser internada durante 37 días en un centro sanitario, y recibió después tratamiento psicológico.

La defensa esgrimió los problemas físicos que padecía el acusado. Argumentos que fueron rechazados por la acusación particular y por el dictamen de los forenses que declararon en la vista.

"No se trata", según la abogada Pulido, "de la historia chistosa de un viejo verde, ni de un hecho excepcional, porque las agresiones sexuales hacia la mujer son cotidianas: en la calle, en casa, en el lenguaje y en el trabajo".

Una portavoz de la Coodinadora Feminista de Cáceres, reunida anoche para estudiar la posibilidad de emprenderuna acción popular, afirmó: "Hasta ahora las mujeres hemos sufrido, y sufrimos, estas agresiones sexuales con impotencia. Nuestra supervivencia y nuestra autonomía dependerá de la forma en que encaremos estos problemas: que ninguna agresión ha de quedar sin respuesta y ninguna violación sin castigo".

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