Basura en Cannes

"Está en todos los periódicos: en invierno hay 70.000 habitantes en este pueblo y en verano 300.000, y esto se empieza a saber en las ciudades. Así, hay montones de jóvenes de 16 a 20 años que bajan a la costa dos o tres meses al año para sacar pasta". J. O. ha escogido Cannes. "Aquí notas el olor de la pasta y los ricos pasan de que les robes, están asegurados". J. O. son sus iniciales; sus amigos le llaman J. "Como juego, jazz, jolgorio". J. O. tiene 18 años y vio morir a sus padres en el incendio de su casa, en Rumania, cuando tenía seis. Un matrimonio francés le adoptó. Les llama por teléfono cada semana. Es por la noche cuando ocurre todo. Son una pequeña banda de ladrones que duermen durante el día a pleno sol. Hay tres chicas, siete chicos y un perro, "que no entiende lo que debe hacer un perro: mueve la cola cuando vienen los polis a controlarnos". Duermen apretados unos junto a otros, en cualquier rincón tranquilo, lejos de las playas, que se riegan todas las mañanas al alba, el sistema más radical que ha encontrado la alcaldía para acabar con la clientela indeseable. Pequeño Beirut es un libanés de 14 años que está de vacaciones en Cannes con sus padres. Sale con la banda "porque necesita el peligro. Con ellos es bárbaro". Para el robo por tirón de bolsos con moto es rápido y audaz, a pesar de que su brazo derecho se lo llevó una bomba. "Es totalmente cruel", dicen los otros de él. Y les da un poco de miedo. 26 de agosto