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El enemigo invisible

Las autoridades buscan desde hace 20 años a los responsables de la quema de un tercio del suelo gallego

Xosé Hermida

La vieja pregunta de quién quema el monte va camino de convertirse en uno de los grandes enigmas de la historia reciente de Galicia. En los últimos 20 años los incendios forestales han destruido un equivalente a la tercera parte de la superficie gallega. Nadie ha identificado todavía a los responsables de un desastre ecológico claramente intencionado. En lo que va de año han ardido en Galicia unas 50.000 hectáreas de monte, cuatro veces más que en todo el año 1988.

Estas cifras, que están provocando una fuerte reacción social y política en la comunidad autónoma, quedan aún muy lejos de las de 1978, el año más negro de la historia de Galicia, con cerca de 120.000 hectáreas de monte devoradas por las llamas. En los últimos 20 años los incendios han destruido aproximadamente un millón de hectáreas de suelo gallego.La Xunta reconoce que el 75% de los siniestros son inten cionados, y sin embargo nin gún organismo oficial dispone de datos sobre los incendiarios detenidos durante los últimos años, quizá porque todo el mundo reconoce que son muy pocos.

Las investigaciones se han intensificado este verano, y en las dos últimas semanas la Guardia Civil ha conseguido detener a 11 personas. Pero por el momento no parece que sus testimonios puedan contribuir a desvelar un misterio que para algunos agricultores ha adquirido ya dimensiones casi mágicas.

Aunque los incendios forestales comenzaron a extenderse en Galicia a partir de 1971, quemar el monte es una actividad enraizada desde hace mucho tiempo entre la población rural de la comunidad autónoma. Se prende fuego por múltiples causas: conseguir más pastos para el ganado en algunas zonas de montaña, ahuyentar a las alimañas, abrir caminos o incluso vengar alguna afrenta personal.

Complicidad social

"En Galicia no existe una cultura forestal", señala el secretario general de la Asociación para la Defensa Ecológica de Galicia (ADEGA), Carlos Vales. "La gente ha vivido sin depender de los bosques hasta que a mediados de este siglo el franquismo puso en marcha las masivas repoblaciones forestales con especies foráneas. En este tiempo nunca nadie se ha preocupado por infundir a la gente un interés por el rnonte".

Ello ha traído como consecuencia que en algunas zonas de Galicia se detecte cierta complicidad social con los incendiarios. Los autores de la quema del monte son, por lo general, personas que conocen muy bien el terreno y que residen en las inmediaciones de donde se produce el siniestro, según la experiencia del guardia forestal Claudio Quintillán, dirigente del Sindicato nacionalista Confederación Xeral de Traballadores Galegos.

Aun así este tipo de factores no parece suficiente para explicar por qué algunos días se detectan más de 100 incendios. "Yo creo que esto es obra de una mafia como la de la droga", aventura Santiago Brea, alcalde de Carnota, una localidad coruñesa que en 11 días ha perdido la práctica totalidad de su superficie arbolada.

Madera quemada

Los escasos datos oficiales de los que se dispone indican que los incendios obedecen a una casuística muy compleja y que detrás de la ola de fuego de cada verano se entrecruzan motivaciones distintas.Eso no implica, como señala Claudio Quintillán, que algunos grandes incendios de este año no hayan denotado la existencia de una estrategia perfectamente organizada: el fuego comienza simultáneamente en tres o cuatro frentes, a veces separados por varios kilómetros, se utilizan mechas lentas y gasolina y los pirómanos acuden al monte en vehículos rápidos, generalmente motos.

Quién está detrás de estas organizaciones es ya otra cuestión. De las múltiples hipótesis que se formulan todos los días dos son las más repetidas: los posibles intereses del sector de la madera y las implicaciones de las maflas del contrabando en las zonas costeras.

El Partido Socialista Galego-Esquerda Galega ha presentado en el Parlamento autónomo una propuesta para prohibir la venta de madera quemada. Esta formación pretende que la Administración requise los árboles afectados por el fuego y destine los beneficios de su venta a la lucha contra incendios.

Durante las últimas semanas la mayoría de la madera subastada públicamente procedía de montes quemados, pero esto es un hecho normal que se repite durante todo el año, según portavoces del sector. Los madereros afirman que los precios se mantienen estables incluso en las épocas de incendios e insisten en que ellos van a ser los primeros perjudicados por la deforestación.

"Prohibir que se tale la madera quemada es una locura, porque se pudriría en el monte y multiplicaría los efectos nocivos del fuego", explica un pequeño empresario, indignado con alguna de las propuestas que se han hecho últimamente.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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