Un físico italiano propone lanzar misiles repletos de ozono para tapar el 'agujero' de la Antártida
Lanzar al espacio misiles intercontinentales sin cabeza nuclear, repletos de ozono, para poder llenar de ese modo el agujero de la Antártida que amenaza gravemente a nuestro planeta, ha sido la propuesta del físico italiano Antonino Zichichi, en la pequeña localidad siciliana de Erice, donde 70 científicos de todo el mundo están reunidos planteándose posibles soluciones para las grandes emergencias ecológicas del planeta Tierra. Entre ellos figuran dos premios Nobel, el norteamericano T. D. Lee y el sueco Kai Siegbhan, así como Evgeni Velikhov, consejero científico de Gorbachov.
Un niño que nazca ahora podría estar condenado a vivir en un mundo "invivible" si en estos puñado de años que nos separan del 2000 no se abordase globalmente el problema de la degradación ambiental. Tal afirmación no es retórica. La acaban de rubricar los 70 científicos de todo el mundo que se plantean en Erice los grandes problemas ecológicos que ahora tiene el planeta Tierra.Pero quizá la idea que más ha cautivado a los presentes ha sido la del físico italiano Antonino Zichichi, candidato también él al Nobel y organizador del congreso, de lanzar misiles intercontinentales, sin cabeza nuclear, al espacio cargados de ozono para "rellenar" el agujero de la Antártida. La hipótesis de Zichichi ha empezado ya a ser estudiada durante el congreso por un grupo de trabajo de 20 científicos, aunque enseguida se ha visto la dificultad de cambiar la guerra de las galaxias de militar en ecológica. Para tapar el agujero de ozono que se ha abierto, sobre todo en la Antártida y en el Ártico, harían falta cientos de dichos misiles y se sabe que cada propulsor cuesta 10.000 millones de pesetas. Pero si la idea fuese aceptada podría ponerse en práctica dentro de dos años.
Los científicos reunidos estudian las cinco emergencias ecológicas más importantes en la actualidad: las lluvias ácidas que hacen desaparecer los bosques y matan la vida de los lagos; la reducción de la capa de ozono, sobre la que ha presentado su teoría Zichichi; el efecto invernadero, con los 12.000 millones de toneladas de anhídrido carbónico lanzado en la atmófera, que no consigue absorberlo ni reciclarlo; la tala forestal y el desarrollo industrial incontrolado. Precisamente a dicho desarrollo incontrolado se achaca hoy el drama de las algas del Adriático en este país donde las autoridades acaban de prohibir en las cinco regiones afectadas por dichas algas la venta de almejas y mejillones, lo que supondrá una ruina para los pescadores.
A todas ellas el profesor italiano Antonio Canuto, investigador en el Goddárd Institute For Space de Nueva York, ha añadido la emergencia llamada basura espacial, esos residuos imposibles de ser destruidos que vagan por el espacio sobre nuestras cabezas y que son un peligro, ya que una estación espacial puede acabar chocando contra ellos. Se calcula que hay más de 7.000 objetos en órbita rondando por el espacio. El congreso no se ha olvidado tampoco del efecto nuclear. Y así a los científicos se les ha puesto la carne de gallina ante los vídeos proyectados por los soviéticos sobre los efectos de Chernobil a tres años de distancia de la catástrofe. En ellos aparece no sólo la transformación de algunas especies animales, sino también de ciertos árboles convertidos en otra especie vegetal diferente, "un auténtico cambio del patrimonio genético de la planta".
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