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Que se quede

Después de Polonia, España es el país del mundo preferido por Su Santidad. Ya es la tercera vez que nos visita, y los católicos españoles wojtylistas van de éxtasis en éxtasis porque nunca nos había pasado, papalmente hablando, una cosa así. El cardenal Tarancón opinaba que el único defecto de este Papa, entre muchísimas virtudes, era el de pensar que todo el mundo es Polonia, como otros piensan que todo el monte es orégano. Si el Papa manifiesta tanto interés por España es que algo polaco ha visto entre nosotros.No creo que sea la fe, porque en Polonia hay muchísima más fe que aquí y, segun un canonigo rojo, malagueño por más señas, no hay procesiones como las de Polonia. Ni Semanas Santas andaluzas ni nada. Para procesiones, Polonia. Al contrario, yo creo que el Santo Padre tiene entre ceja y ceja que España es tierra de misión y de momento viene siempre que puede para conocer mejor el terreno, porque a este Papa le gusta ver para creer en según qué cosas. Y es conveniente que venga con frecuencia y que se asesore bien, porque a la vista de que el único político que va a intervenir en las jornadas de espiritualidad de Compostela es Marcelino Oreja, me parece que hay una corriente orejista dentro del Episcopado español que de llevar al Santo Padre al error, al inmenso error, de pensar que Oreja puede ser el Walesa español. Don Marcelino está llamado a muy altos destinos, pero ni sube el techo electoral de nuestra derecha democrática, ni creo que consiga aumentar la espiritualidad media, aunque haya peregrinado a pie por el Camino de Santiago, mientras otros lo hacían a caballo por el de Damasco.

Y mucho mejor sería que el Papa se quedara entre nosotros para convertir su presencia en regla y no en gozosa excepción que pone en jaque a la Guardia Civil de Tráfico. Así descubriría con clarividencia a sus intermediarios en esta tierra y comprobaría en qué medida somos o no somos polacos.

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