Juan Pablo II exhorta a los jóvenes concentrados en Santiago a mantenerse castos y critica el divorcio
Juan Pablo II se sirvió ayer del moderno escenario ubicado en el monte Do Gozo para lanzar una de las más duras críticas -que se recuerdan en un pontificado contra lo que considera fruto de la modernidad y, especialmente, contra el divorcio. Este era el mensaje que pronunció ante unos 500.000 jóvenes que habían comenzado a poblar ya en la mañana de ayer las laderas polvorientas del monte, y a quienes el Pontífice exhortó a mantenerse castos.El Papa llegó al monte Do Gozo a las ocho y cinco, a bordo del papamóvil en el que recorrió la explanada de 570.000 metros cuadrados mientras los jóvenes cantaban Viva la gente.
Los concentrados, 250.000 más de los previstos, habían tenido oportunidad previamente de ver un espectáculo musical contra el dinero, el éxito, la droga y el bienestar, temas que Juan Pablo II completó con su discurso, contra el desorden en materia moral.
El Papa reservó su condena al divorcio -al que equiparó al aborto, a los contraceptivos y anticonceptivos- para después de que aparecieran dos muñecos gigantes que, representando una pareja, interpretaron la canción Siempre hay sitio para amar. Karol Wojtyla, sentado en un trono cubierto, en mitad del escenario, dijo: "Un gran sector de la sociedad no acepta las enseñanzas de Cristo y, en consecuencia, toma otros derroteros: el hedonismo, el divorcio, el aborto, el control de la natalidad y los medios anticonceptivos", lo que, según el Papa, son "formas de vida" que no sólo atentan contra las enseñanzas de la Iglesia, sino también, matizó, contra "la ley de Dios".
Todos estos males, a juicio de Juan Pablo II, son hijos de una modernidad que reduce el amor a la "experiencia de gratificación personal o también de mero goce sexual. A esta modernidad mal entendida", según el Pontífice, "hay que contraponer un matrimonio casto e indisoluble".
Doscientos sesenta mil vatios esparcían la voz del papa Juan Pablo II por las laderas del monte Do Gozo. Era la misma potencia que trasmitió también el mensaje vitalista que contenía la letra de la canción Dale a tu cuerpo.
El desorden moral que, a juicio del Pontífice, transmite la modernidad provoca "una contaminación de las ideas que puede conducir a la destrucción del hombre". Juan Pablo II reiteró en este punto el mensaje que ya había avanzado por la mañana en su discurso del aeropuerto: el mensaje de Cristo, "que puede llevar incluso a la cruz".
Tampoco faltó ante la juventud un llamamiento a las vocaciones religiosas, tema que con frecuencia es tratado por el Papa, sobre todo en este mundo actual "tan ocupado en las cosas de la tierra que olvida las del cielo". Sin embargo, el Papa tuvo un breve recuerdo para estas cosas de la tierra al referirse "a la mucha pobreza que hay en el mundo", el terrorismo y la guerra. Contra estos temas habían evolucionado minutos antes los intérpretes del musical que se representó anoche a escasos metros del Papa.
Los actores, ataviados con modernas vestimentas y portando los símbolos propios de los peregrinos -bastón y mochila incluidos-, intentaban rechazar las grandes tentaciones de nuestro tiempo a las que, no obstante, algunos sucumbían.
El espectáculo había sido largamente preparado; ya en la mañana, desde primeras horas, había pruebas de sonido. A las dos de la tarde, las primeras filas de la platea de peregrinos estaban absolutamente tomadas.Servicio de orden
Un grupo de hermanos de San Juan, recién llegados de Francia, seguían a regañadientes las instrucciones del servicio de orden, que recordaba a estos monjes de hábitos grises que no se aproximaran tanto a la valla.
Los polacos, más al centro, habían sido madrugadores y hacían ondear varias banderas nacionales enfrente mismo del gran escenario que ha costado más de 30 millones de pesetas. Más a la izquierda, una pancarta rezaba: "Contra el imperialismo, con Juan Pablo ll".
A escasos metros se levantaba uno de los puestos que CocaCola había colocado en el recinto. No en vano, la multinacional norteamericana es la encargada oficial de saciar la sed de los miles de peregrinos asistentes. Todos los preparativos estaban ultimados.
[Antes de acudir al encuentro con los jóvenes el Papa almorzó con unas doscientas personas en el Palacio de Gelmírez, junto a la catedral compostelana, después de realizar el rito del peregrino. El menú preparado por el restaurador compostelano Moncho Vilas, estuvo compuesto por una selección de mariscos, diversos pescados de las rías y guiso de jarrete de ternera, informa Efe]. En contraste, la cena, de acuerdo con fuentes eclesiásticas, fue frugal: fruta, verdura y queso.
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