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Más de 100 muertos al descarrilar un tren en México

Más de 100 muertos y unos 200 heridos es el balance de un accidente ferroviario ocurrido en las proximidades de Guamuchil, en el Estado mexicano de Chinaloa, 1.500 kilómetros al noroeste de la capital, en las cercanías del golfo de California. El tren Extra 409, llamado el bala, según unas versiones, y el barro, según otras, descarriló. La locomotora y varios vagones cayeron a un barranco. Otros se precipitaron a un arroyo convertido en torrente por las lluvias. Los Reyes de España enviaron ayer un telegrama de condolencia al presidente de México, Carlos Salinas de Gortari.

Otra versión asegura que la locomotora y dos vagones cayeron al río porque el puente se había hundido antes de la llegada del tren y no a su paso. Según esta versión, el maquinista no se percató de que el puente se había venido abajo, debido a la oscuridad de la noche y a la intensa lluvia. La crecida del arroyo, al que unos informes llaman San Juanico y otros San Rafael, provocó el derrumbe del puente del ferrocarril en el momento del accidente. Según esta versión, la crecida del río había socavado los cimientos del puente, que se hundió al paso del tren. El accidente ocurrió a las 4.25 de la madrugada del miércoles, hora del Pacífico mexicano (13.25 hora peninsular española), pero en la capital mexicana la noticia no se difundió hasta pasado el mediodía.

Los diarios de la tarde ya aparecieron en el distrito federal con sus habituales caracteres gigantescos y el titular Trenazo en Chinaloa. Sin embargo, la Prensa matutina de ayer en México apenas destacaba uno de los mayores accidentes ferroviarios en la historia del país. Costaba trabajo encontrar en las primeras páginas de Excelsior y Uno más uno una breve referencia al accidente que costó más de 100 muertos, en su mayoría mujeres y niños.

Desaparecidos

Las últimas cifras difundidas daban cuenta de 108 cadáveres recogidos, pero se teme que el número de muertos sea mayor, porque hay muchos desaparecidos y no se sabe con certeza el número de pasajeros que transportaba el tren siniestrado. Muchas de las muertes se produjeron por ahogamiento, tras caer al río al menos dos vagones. Algunos cadáveres fueron encontrados a varios kilómetros de distancia del lugar del accidente y se teme que otros no aparecerán nunca más. Las informaciones sobre lo ocurrido, 30 horas después del accidente, estaban plagadas de imprecisiones, datos erróneos y contradictorios. No coinciden ni los nombres del lugar, discrepan las cifras sobre el número de pasajeros, de vagones que llevaba el tren y del volumen de agua caída en la zona en las últimas horas. Se asegura que desde hace medio siglo no ha llovido con una intensidad parecida, lo que ha causado la ruptura de una presa del río ' que arrastró el puente. La lluvia dificultaba la tarea de rescate de cadáveres y de supervivientes. Los terrenos anegados impedían aproximarse a los vehículos de salvamento y los camilleros tenían que recorrer hasta 3 kilómetros a pie para trasportar a los heridos.

Las imágenes que difundió la televisión mostraban una panorámica de la zona siniestrada con varios vagones en el río y otros volcados en terrenos anegados por las aguas con helicópteros que sobrevolaban el lugar. Un superviviente dijo que "se escuchó un estruendo como un rayo y luego quejidos y gritos en la oscuridad". La mayoría de los muertos eran pasajeros de los vagones que cayeron al río, niños y mujeres que no tuvieron fuerza para resistir el impulso de las aguas.

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Ayuda a las víctimas

El presidente, Carlos Salinas de Gortari, ordenó que se ayude a las víctimas del accidente y se abone el gasto de funerales y traslado de los muertos. El gobernador del Estado de Chinaloa, Francisco Labastida, mandó entregar 100.000 pesos (5.000 pesetas) a los accidentados, para facilitarles el traslado a sus lugares de residencia. Varios pasajeros que habían sufrido lesiones y aparecían con vendajes, declararon ante las cámaras de televisión su versión del accidente, pero los relatos estaban plagados de incoherencias. La mayoría de los pasajeros dormía a la hora de la madrugada en la que ocurrió el accidente. Uno de los que habló en televisión explicó una extraña versión: "El mismo garrotero le dijo al maquinista en la estación de Culiacán: 'viene la llanta floja'. El maquinista no le hizo caso porque traía una mujer arriba del tren y fue cuando ocurrió el desastre". El maquinista y su asistente están desaparecidos. Otro hombre declaró en Excelsior que todo lo ocurrido se debe a la maldición de una bruja local llamada María Rojo, recientemente fallecida.

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