34 muertos al estrellarse un avión en la isla griega de Samos

Los 31 pasajeros y tres tripulantes de un pequeño avión griego de la Olympic Airways, murieron ayer al estrellarse el aparato en las faldas de un monte en la isla de Samos, en la parte oriental del mar Egeo, adonde se dirigía desde Salónica, en el norte de Grecia. Las primeras patrullas de rescate que llegaron al lugar, integradas por soldados griegos, no hallaron rastros de supervivientes y describieron un cuadro de pesadilla, en el que los restos humanos se mezclaban con trozos de metal retorcidos y jirones humeantes. Los restos del avión, un turbohélice del tipo SC 330 construido en Irlanda del Norte, fueron localizados por un helicóptero en el monte de Orus Kerketes, de 1.433 metros de altura, un área de difícil acceso en la zona de Kalizea.

Varias horas después de que fueran encontrados los restos del aparato, la compañía no había entregado una lista de pasajeros, entre los que iba al menos un bebé.

Según las autoridades del aeropuerto de Atenas, el avión desapareció a las cuatro menos cuarto de los radares, unos 15 minutos antes de la hora prevista para el aterrizaje en la isla de Samos, cuando ya estaba iniciando el descenso para la maniobra de aproximación a tierra.

La torre de control de Samos perdió el contacto por radar con el avión a 46,5 kilómetros al noroeste de la isla. Una densa niebla había cubierto durante toda la jornada de ayer la zona donde se accidentó el avión.

Las primeras señales de alarma fueron captadas por un satélite francés, lo que sirvió para orientar a las unidades de la Marina y la Aviación en su búsqueda. El piloto tenía gran experiencia, según las primeras versiones.

El avión, que había sido adquirido por Olympic Airways en 1981, abandonó el aeropuerto de Salónica a las 15.05, en dirección a Samos.