La manufactura norteamericana

Siempre ha habido telecomedias, y hasta donde la memoria alcanza éstas son norteamericanas o británicas. Humor británico es el de Un hombre en casa, Spitting image, Solteros, Yes, prime minister, Black Adder o el de ese clásico televisivo George y Mildred, que hace poco recuperó la televisión gallega. Alf, en cambio, o Las chicas de oro y El show de Bill Cosby son de manufactura genuinamente norteamericana.La situación no parece que vaya a cambiar por lo que se refiere a la pervivencia de este formato que está disfrutando en las postrimerías de nuestro siglo de un auge sin precedentes: nueve telecomedias -entre ellas Las chicas de oro, El show de Bill Cosby y Alf- figuran este año en los 12 primeros puestos de audiencia de la televisión norteamericana, y a punto está de hacerse realidad el proyecto de la cadena por cable HBC dedicado íntegramente a este género.

Tal como afirma Brad Ashton en su libre How lo write comedy (Cómo escribir comedia), la comedia "puede ser fabricada". Dice Ashton que pocos escritores se ganarían la vida a costa tan sólo de su inspiración, y no cuesta nada creerle, acreditado como está por su dilatada experiencia profesional, escritor para aquella legendaria serie satírica That was the week that was y colaborador de Groucho Marx y Dick Emery. Todo puede aprenderse en este dificil arte, más agradecido que ningún otro a determinados trucos y recursos.

Eso es lo que se ha propuesto la compañía independiente London Weekend Television: poner en marcha una factoría de sitcom al estilo norteamericano. La idea es conseguir una dinámica de creación entre un amplio número de escritores de comedia, sometidos a un ritmo conjunto de trabajo, para superar las imitaciones del trabajo individualizado, y generar una escuela de profesionales.