La cabeza fría
LA ORGANIZACIÓN terrorista ETA ha mostrado una vez más su verdadera disposición negociadora. Con la cobardía y la impunidad con que suele ejecutar todos sus crímenes, el pelotón de fusilamiento del denominado movimiento vasco de liberación ajustició ayer en Madrid a dos jefes militares e hirió de suma gravedad al soldado conductor del vehículo en que se dirigían al trabajo. Cuando las vanguardias asesinas establecen su agenda de trabajo a través del disparo por la espalda o la bomba indiscriminada, se echa de ver en toda su magnitud la ridícula incongruencia en que se mueven los acólitos civiles de la banda terrorista aventurándose en pretendidas propuestas de paz que inmediatamente son desmentidas con los más crueles y desalmados actos de guerra. Su mensaje carece de la más mínima credibilidad, y mejor harían en meditar sobre el humillante papel de criado para llevar recados que les ha reservado su mando militar.En los momentos que siguen a la comisión de atentados tan canallas como el perpetrado ayer en Madrid es comprensible que la rabia y la cólera se apoderen de los ciudadanos, angustiados por acabar de una vez por todas con una banda mafiosa que, aislada políticamente de la inmensa mayoría del pueblo vasco tras los acuerdos de Ajuria Enea del año pasado, ha convertido el crimen en su única razón de existencia. Pero precisamente porque sus métodos criminales son cada vez más refinados y buscan siempre expandir el máximo dolor con el mínimo riesgo, conviene no dejarse llevarse por reacciones emocionales. El Estado de derecho dispone de suficientes instrumentos legales, que deben ser aprovechados al máximo, para no dar respiro y acosar hasta su total erradicación a esta banda de asesinos. El cada vez más eficaz uso de tales instrumentos, la presión constante sobre lo que aún queda de santuario etarra al otro lado de los Pirineos y la decidida acción de las fuerzas políticas vascas contra el terrorismo y sus tramas civiles han demostrado ser un eficiente combinado contra los propósitos de ETA. Los importantes golpes policiales propiciados durante los últimos años a la organización terrorista y el fuerte descenso de su apoyo popular, tal como quedó demostrado en las recientes elecciones europeas, son datos que abundan en la bondad del camino elegido.
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