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230.000 dólares por hora

El hombre más rico del mundo está seriamente preocupado. Hizo una llamada telefónica a Londres, a uno de los consultores más astutos y de más alto nivel de una empresa de relaciones públicas y política, lord Chalfont, y acordó una reunión a 12.000 kilómetros de la capital británica. Chalfont hizo sus maletas y se dirigió a ese trocito de jungla alojado en la costa de Borneo: Brunei.En la capital, Bandar Seri Begawan, un Mercedes negro le condujo hasta la residencia oficial de su cliente.

En una sala con paredes recubiertas de seda esperó a que el propietario, su majestad Hassanal Bolklah, 29º sultán de Brunei, hiciera su aparición procedente de una de las 1.788 habitaciones, antecámaras, dormitorios, salones, galerías y oficinas, bajando por una de las 44 escaleras, 18 ascensores, o saliera de uno de los 257 cuartos de baño que ocupan los 200.000 metros cuadrados de Istana Nurul Inam, el mayor palacio del mundo.

El sultán tiene un problema con su imagen. Aquí es donde entraba lord Chalfont. Escribió un retrato del sultán para la prensa británica en el que subrayaba los valores tradicionales y religiosos de un sistema de gobierno típicamente oriental.

Su majestad no consiguió, sin embargo, evitar la publicación de una biografía no autorizada en el Reino Unido, que apareció a la vez que lo escrito por Chalfont. La biografía, al tiempo que revelaba jugosos detalles sobre su protagonista, entraba en pormenores sobre la riqueza del sultán, sus ingresos y sus gastos.

El resultado de esta detallada investigación, llevada a cabo por el irrespetuoso periodista freelance James Bartholomew, les obligó incluso a corregir el cálculo del valor exacto del sultán. No eran 25.000 millones de dólares, como se publicó en el Libro Guinness de los récords y la revista Fortune, que en 1987 situaron a Hassanal Bolkiah, en el primer lugar de la lista de las personas más ricas del mundo, con notable diferencia sobre el segundo, el rey Fahd de Arabia Saudí; el número tres, la familia americana Mars, y la reina Isabel II de Inglaterra, puesto número cuatro.

De hecho, vale 27.800 millones de dólares, más que el valor de mercado de General Motors y de las reservas conjuntas de divisas de Australia, India y Corea del Sur.

La fuente principal de esta riqueza es el petróleo, que descubrió la Shell en Brunel en 1929, junto con el gas, que la compañía petrolera comenzó a explotar en 1973 y que ahora es más valioso que el oro negro. Con sus bienes, reservas acumuladas e invertidas y rendimientos de las inversiones personales del sultán, se alcanza el grandioso total de 27.800 millones de dólares.

Sus activos, sumados a los ingresos por la inversión de las reservas, los royalties que la petrolera Shell le paga al sultán personalmente y los derechos que le paga el Estado forman la base de sus ingresos anuales: 2.000 millones de dólares, o lo que es lo mismo cerca de 230.000 dólares por hora, día y noche.

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