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Vía Cuenca, vía Zamora

Alrededor de 30.000 personas viajarán este verano en los 13 trenes turísticos que salen de Madrid

Proponen secos y sedantes fines de semana a quienes se quedan en Madrid durante el verano. Los trenes turísticos surgieron hace cinco años y han ido ganándose una clientela tranquila, de matrimonios jubilados, familias, grupos de amigas entradas en edad... En tomo a un 15% de extranjeros. Viajeros no muy exigentes, que suelen terminar la excursión satisfechos. Este año, unas 30.000 personas podrán elegir entre 13 ofertas diferentes.

Marta Morán y Luis Pérez forman un matrimonio cincuentón, verdadero adicto de los trenes turísticos. El año pasado se montaron en cuatro. Este año tienen dos en proyectos: Salamanca y Zamora. Con tal afición es de suponer su punto de vista: "Nos encantan, es todo muy amable y barato". Dos pegas: "la gente que se apunta no es un derroche de animación", "la comodidad de los vagones sí podría mejorarse, sí", señala Marta Morán.El clan ferroviario turístico con salida desde Madrid está compuesto por 5 trenes con recorridos en un solo día (Tren de la fresa, con destino Aranjuez, el más antiguo y concurrido; y los que llegan a Toledo, Ávila, Sigüenza y Monasterio de Piedra, en Zaragoza) y otros ocho con salida los sábados y retorno los domingos, que incluyen alojamiento en hotel (Cáceres, Burgos, Cuenca, Valladolid, Salamanca, Soria, el románico de Zamora y el Camino de Santiago palentiño).

Se ponen en circulación entre mayo y octubre; aunque en agosto restringen fuertemente sus salidas. Los precios van desde las 1.450 pesetas de los recorridos de un día hasta las 12.575 pesetas de la excursión a Salamanca con estancia en hotel de cuatro estrellas.

"Muy bien coordinado, muy atentos todos", cuenta Manuela Diaz del Valle, viuda de 65 años, que este año ha ido a Cáceres y a Sigüenza. Manuela, que se reconoce no gran viajera -"a Alcalá de Henares sí he ido mucho"- disfruta con la fórmula del tren, aunque los vagones no le parezcan una maravilla ni de comodidad ni de velocidad.

El tren Monasterio de Piedra ha sido el boom de este año. Registra llenos totales en casi todas sus travesías. La otra gran sorpresa: Zamora, con una ocupación de un 80%. Son las cifras más exitosas, junto con el tren de la Fresa, que es el único que presenta rasgos de tipismo: coches de madera, locomotora de vapor, azafatas vestidas a la antigua usanza. Otros como los de Toledo, Salamanca, Ávila y Burgos se quedan en torno al 55% de ocupación. Y hay uno, el que recorre la provincia de Valladolid, que sigue camino parecido al de La Mancha del año pasado: es tan baja su atracción de público, que algunas salidas han de suspenderse. El de la Mancha fue suprimido este año.

Tierras del Cid

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"Paradójicamente, los destinos más explotados turísticamente son los que menos público atraen, tal vez porque se pueden visitar fácilmente en autocar", explica José Enrique Rovira, coordinador de los trenes turísticos. Rovira opina que los trenes turísticos necesitan un período de rodaje para irse consolidando: "Promocionan unas regiones interiores poco turísticas; los viajeros evitan los atascos al entrar y salir de Madrid, y encuentran precios muy competitivos". Se llenen o no, Renfe no pierde mucho; en la firma del contrato con las entidades colaboradoras -ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas y patronatos de turismo-, éstas se comprometen a cubrir los costes del 80% de las plazas que queden libres.

El tren Tierras del Cid, que recorre paisajes burgaleses, es uno de los más mimados por sus instituciones. "Los viajeros se quedan completamente fas cinados con la recepción en el Ayuntamiento", comenta Maite Pérez, jefa de expedición de esta ruta. "Les dan un aperitivo que es una auténtica cena, un ramo de flores a la madrina del tren y bailes folclóricos. Se quedan encantados". Tan contentos acaban que hay algunos que repiten el mismo tren el mismo año. "Es un turismo muy cómodo. Sólo tienes que montarte en tren, andar un poco y subirte a un autocar", concluye Maite Pérez.

Durante el recorrido surgen docenas de situaciones folelóricas. Desde la petición prácticamente unánime de reservar un tiempo en el programa para asistir a la preceptiva misa dominical, hasta el prolijo guía que acota la historia con continuos chascarrillos, y el grupo de solteronas que recitan sus fantásticas travesías por Perú, China y Austria sacando conclusiones realmente arriesgadas de cada país.

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