Estrategia y Programa de Acción de la CE en el Sector Forestal
Después de siete meses de arduas discusiones y negociaciones llevadas a cabo en el Grupo Forestal ad hoc, en varios comités especiales de agricultura y en tres Consejos de Ministros de Agricultura, el pasado 29 de mayo se aprobó la Estrategia y Programa de Acción de la Comunidad en el Sector Forestal que se compone de siete reglamentos y una decisión.El conjunto de instrumentos jurídicos regula estos seis ámbitos prioritarios: repoblación forestal de tierras agrícolas, desarrollo y revalorización de los bosques en las zonas rurales, un programa corcho, protección del bosque contra la contaminación y los incendios, un Comité Permanente Forestal y un Sistema Europeo de Información y Comunicación Forestal.
La estrategia forestal de la Comunidad Europea (CE) se dirige a la consecución de los ochos objetivos principales siguientes:
-Participar plenamente en la ordenación territorial y promover el futuro del mundo rural a través de una contribución más sistemática y más amplia del conjunto del sector forestal a las acciones de desarrollo regional, en particular en las zonas rurales.
-Garantizar la seguridad del abastecimiento de la Comunidad en materias primas renovables.
-Contribuir a la mejora del medio ambiente.
-Dar al sector forestal una dinámica propia que le permita asumir adecuadamente todas sus funciones esenciales.
-Salvaguardar el patrimonio forestal protegiéndolo contra las importantes agresiones que recibe.
-Ampliar el papel del bosque como marco natural de esparcimiento, recreo y también de cultura.
-Contribuir al desarrollo de las partes del mundo más desheredadas.
-Dar al bosque y al sector forestal el lugar que le corresponde en la formulación y aplicación de las políticas comunitarias, tomando más en consideración las perspectivas y exigencias del sector. En el futuro, el bosque y el sector forestal no debe seguir siendo los marginados del desarrollo y del crecimiento económicos.
La estrategia parte de estos principios:
-El sector forestal reclama una estrategia global y unitaria. El bosque representa- generalmente una inversión a largo plazo: no se presta, pues, a cambios de rumbo repentinos e importantes. Es esencial, por tanto, proyectar la estrategia forestal de la Comunidad a largo plazo y garantizar la continuidad de las acciones emprendidas.
-La estrategia forestal promoverá la solidaridad dentro del sector y se dirigirá a orientar y completar la acción de los Estados miembros, las regiones, los municipios y los particulares. Como norma general, la acción comunitaria debe tener un carácter subsidiario con respecto a la acción nacional.
Una década de intentos
Lejos de la improvisación, del oportunismo o de la generación espontánea, al resultado actual se ha llegado tras más de una década de intentos para reconocer el sector forestal como elemento imprescindible de las políticas comunes.
Coincidiendo con nuestra incorporación a la CE, a primeros de 1986 la Comisión elaboró un .memorándum titulado Acción de la Comunidad en el sector forestal -del que ha salido la estrategia aprobada-, que fue sometido a uno de los mayores procesos de información pública conocido, con resultado abrumadoramente positivo.
De los informes emitidos destacan los de dos organismos que, por distintas razones, están estos días de actualidad: el Parlamento Europeo y el Comité Económico y Social.
El primero llegó hasta a "invitar a la Comisión a estudiar la posibilidad de crear un fondo forestal comunitario plurianual, que permitiera financiar acciones coherentes para relanzar y aumentar el patrimonio forestal, particularmente dirigido a las regiones mediterráneas de la Comunidad".
Y el CES afirmó: "El desarrollo -de los bosques debe alinearse de forma imperativa en una política de ordenación del espacio agrícola que tenga en cuenta el equilibrio agricultura-bosque y todos los objetivos de una política forestal y de la política agrícola común. Para resolver los problemas de los bosques es imprescindible mantener una política forestal autónoma. La política forestal no debe servir únicamente para tratar los mismos problemas que surgen en el sector agrícola".
Un año antes, el Consejo ya reconocía (Reglamento 797/85) que: "Muchas de las regiones en la Comunidad, especialmente las desfavorecidas, se caracterizan por problemas particulares que derivan de la insuficiencia de estructuras forestales y que la eliminación o, al menos, la disminución de estos problemas, puede constituir una condición indispensable para la mejora de la eficacia de las estructuras agrarias".
Las dificultades
Según la Comisión, después de que "el sector forestal ha estado eclipsado por la agricultura y dejado al margen de las grandes preocupaciones comunitarias desde hace 30 años, ha llegado el momento de que desempeñe su papel en las nuevas etapas de integración europea, contribuya a la recuperación del crecimiento económico y, sobre todo, participe de una forma eficaz en la realización de los reajustes que se imponen".
Como se observa, la Comisión, el Parlamento y el CES convergen en la necesidad de establecer una política forestal común que, por omisión -voluntaria o involuntaria en el texto del Tratado de Ronía-, encuentra toda suerte de dificultades. El Consejo, sin embargo, tras años de resistencia, ha dado un gran paso en su favor con los reglamentos de diciembre pasado que reforman los fondos estructurales.
La presidencia española ha podido superar -con argumentos- la resistencia del bloque de países reacios porque ellos no pierden recursos naturales ni rentas "por deficiencia de estructuras boscosas" y, además, ha sabido introducir en los textos aspectos que favorecen las funciones protectora y ambientál del bosque.
Las actas e informes de las múltiples reuniones habidas demuestran cómo los países más industrializados de la Comunidad se han resistido al fomento del sector forestal, mediante esta estrategia, que tantos obstáculos encuentra y encontrará para su desarrollo; el principal de ellos -que se agudiza en España, el país más deforestado y desforestador de la CE- es la baja renta.bilidad financiera de las inversiones forestales.
Por ello, a nosotros, que somos los más necesitados dé aumentar los bosques, se nos pone más difícil que a otros extraer las posibilidades que encierran los instrumentos recién aprobados. No obstante, hay hechos esperanzadores, como esta conclusión que se contiene en el Programa de Inversiones Públicas (1982/1992): "En conclusión, el coste de oportunidad de no instrumentar con fines correctores -sólo- una política forestal de la intensidad adecuada al problema español, asciende en España a un mínimo de 40.000 millones de pesetas/año y con una cierta tendencia creciente".
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