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El gobernador disculpa su asistencia

Mariano Rubio estaba el 16 de junio invitado a almorzar con el presidente del Gobierno y su esposa, Carmen Romero, entre otras personalidades. La mesa estaba a punto de servirse y el gobernador no había aparecido. Transcurrido un tiempo prudencial, Felipe González explicó que la ausencia del gobernador se debía a que en esos momentos Mariano Rubio se encontraba en el Banco de España en una reunión telefónica con el comité de gobernadores de bancos centrales de la CE.

Eran las 15.30 del 16 de junio y desde su despacho, tras una comida rápida en la sede de la plaza de Cibeles, Mariano Rubio comunicaba oficialmente al resto de gobernadores la decisión del Gobierno español. Un teléfono especial que permite a las autoridades monetarias celebrar una reunión como si estuvieran alrededor de la mesa fue el medio utilizado para obtener la aprobación del comité.

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Un día antes, el jueves 15, al tiempo que los ciudadanos depositaban sus votos en las urnas, el gobernador del Banco de España avisó, también por teléfono, al presidente del comité de gobernadores y al del comité monetario de la CE, de la decisión que se iba a producir al día siguiente. Era necesario que la maquinaria se pusiera en marcha para que, en ese mismo fin de semana; hubiese tiempo para resolver, en tal caso, las incidencias no previstas que pudieran producirse.

El mismo jueves, el ministro de Economía informaba a algunos ministros europeos de la decisión. En ese día sólo un reducido círculo de personas conocía, fuera de España, el acontecimiento que se iba a producir al día siguiente.

Primera experiencia

Había que convocar para el mismo viernes 16 las dos reuniones, la del comité de gobernadores y la del comité monetario, y ello sin que trascendiera. La inexperiencia respecto a "cómo hacer estas cosas", ya que era la primera ocasión en que una moneda nueva se incorporaba al SME, aborbió buena parte de las energías del reducido grupo que había preparado el acontecimiento.

En España, al menos formalmente, sólo los ministros de Economía y el de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez -éste, una semana antes- sabían lo que se cocinaba. El consejo fue, a pesar de todo, relativamente rápido. Apenas duró cuatro horas, y ello con una agenda sobrecargada de otras importantes decisiones.

Durante la mañana del viernes, los representantes españoles ante el comité monetario, Luis Ángel Rojo y Manuel Compthe, viajaron rumbo a Bruselas. La reunión estaba convocada desde el día anterior para las 17 horas del viernes y todo sucedió como estaba previsto. Nadie dijo nada a quien no debía.

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