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La tiranía a del sol

Las radiaciones, solares se acumulan, igual que las nucleares, convirtiéndose en un factor cancerígeno

Milagros Pérez Oliva

Las autoridades sanitarias de toda Europa están preocupadas por las consecuencias de un hábito cada vez más general al que se entregan miles de personas en cuanto comienzan los primeros calores: tumbarse a tomar el sol hasta conseguir el bronceado más oscuro posible. La ansiedad por estar moreno lleva a muchas personas a ponerse bajo los rayos solares sin ningún tipo de precauciones, creyendo incluso que es saludable. La realidad es bien distinta: tomar el sol de esa manera aumenta el riesgo de contraer cáncer y avejenta la piel de forma irreparable.

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"Es imperdonable que la gente se queme tomando el sol, porque es muy fácil evitarlo sin renunciar a la playa", dice el doctor Lluís Selleres, director general de Salud Pública de la Generalitat de Cataluña. Por ejemplo, utilizando ropa protectora entre las 11 y las 14 horas del horario solar, es decir, de la una a las cuatro de la tarde del horario veraniego, momento de máxima radiación. Y, en cualquier caso, utilizando cremas protectoras. Hay muchos tipos de cremas, y no todas son fiables. La regulación legal de los bronceadores será modificada pronto por una directiva comunitaria. En estos momentos, sólo las cremas y bronceadores de venta en farmacias se rigen por las normas de calidad y control de los medicamentos, y en el envase debe figurar la composición exacta. Lo que es absolutamente peligroso es quemarse, y la única forma de evitarlo es broncearse poco a poco y con barreras de protección contra las radiaciones ultravioletas del sol, que son las causantes directas del daño, que abarca desde el envejecimiento prematuro y la aparición de arrugas precoces hasta el cáncer de piel. Ellas son la causa de los surcos del cuello de marineros y campesinos, de las caras curtidas por la intemperie que tanta literatura han inspirado y de la mayoría de las muertes por melanoma maligno que se producen.

Colágeno

Las radiaciones ultravioletas intensivas o prolongadas dañan directamente la fibra de colágeno, es decir, el armazón que sostiene tersa la piel, y el daño, cuando se produce, es siempre irreversible. Todos los dermatólogos consultados inciden en este dato. Irreversible. Y el síntoma más claro es la quemadura. El problema es que muchas personas no se dan cuenta de que se han quemado hasta que regresan a casa y ya es demasiado tarde.En realidad, el bronceado no es otra cosa que la reacción del organismo para defenderse de la agresión de los rayos ultravioleta del sol, que tienen una extraordinaria capacidad de penetración. El organismo se protege segregando una sustancia llamada melanina, que pigmenta la piel y forma una barrera protectora para salvaguardar la dermis. Por eso tomar el sol broncea. Pero no todas las personas tienen la misma capacidad para segregar melanina.

Los más vulnerables son los llamados tipos célticos, de piel muy blanca y cabello pelirrojo, y los de tipo caucasiano, también de piel blanca, que por mucho que estén al sol apenas se broncean. El tipo mediterráneo se broncea con mayor facilidad, y en este caso basta como precaución estimular la producción de melanina poco a poco, es decir, ir aumentando progresivamente en días sucesivos el tiempo de exposición al sol.

En pieles delicadas, la posibilidad de un eritema o quemadura solar es prácticamente segura en apenas dos horas de insolación. En los casos graves puede ir acompañada de fiebre, náuseas, escalofríos y taquicardia. Pero, además de la quemadura, los rayos ultravioleta pueden inhibirla síntesis del ácido desoxirribonucleico y ribonucleico, con lo que puede provocar la muerte celular, de ahí el envejecimiento prematuro de la piel.

Cada año

Además de este daño inmediato, los rayos ultravioleta pueden provocar otros a más largo plazo. Su peligrosidad estriba precisamente en que se acumulan. Y si una persona se quema cada año al sol ha de saber que cada año acumula más cantidad de radiación solar. Exactamente igual que ocurre con la radiación nuclear. Eso explica que hace 30 años el cáncer de piel figuraba con el número 34 entre las principales causas de mortalidad por cáncer, y ahora, cuando la moda del bronceado se ha convertido casi en una tiranía, ha alcanzado ya el puesto inmediatamente posterior a los tumores de mayor mortalidad, como el de pulmón y mama.En la última década se ha duplicado en Europa la incidencia de cáncer de piel. Y algunas circunstancias adversas, como la disminución de la capa de ozono, pueden agravar, mucho el problema en los próximos años. El ozono es una de las barreras que disminuyen los efectos de los rayos ultravioleta. Algunos científicos han calculado que por cada 12% de disminución de la capa de ozono aumentará el cáncer de piel en un 5%

En España, cuatro de cada 100.000 personas sufren melanoma maligno, el tipo de cáncer de piel más grave, causante del 65%. de la mortalidad por cáncer de piel. Con el agravante, de que muchas de las muertes podrían evitarse, ya que el melanoma maligno es curable por extirpación quirúrgica en el 90% dé los casos si se descubre a tiempo.

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