Después de las elecciones

Margaret Thatcher no ha muerto todavía. Ha quedado disminuida, desde luego: los resultados de los comicios europeos constituyen el mayor descalabro electoral que ha sufrido su liderazgo político. La creencia de que era invencible, finalmente, ha quedado destruida.En agosto del año pasado, los sondeos dejaban a los conservadores seis puntos por detrás de los laboristas. Nadie puso en duda que 10 meses más tarde volvería a ganar por mayoría absoluta. Pero algunas cosas han cambiado. El Partido Laborista resulta más convincente que hace cuatro años y está claro que con la crisis que atraviesa el centro es la única fuerza política que constituye una alternativa real de poder a los conservadores. Ahora se plantea la cuestión de una actuación económica del Gobierno de forma que puedan ganar las próximas elecciones: ante todo deberían tener la decencia de acabar con la inflación, pero no parece haber señales de ello.

El 15% de los verdes, suficiente para darles 12 escaños en el Parlamento de Estrasburgo, ha roto todas las previsiones. Bastantes conservadores, descontentos, han votado a los verdes por su oposición a la OTAN. Los resultados más pobres los han cosechado los demócratas, un 6% sin esperanza de remontar. A los laboristas, con un 40% de los votos, no les conviene mostrar complacencia, pero se puede decir, con razón, que en las próximas elecciones los resultados no serán fáciles de prever.

20 de junio