Del Atleti se nace
Indudablemente, para empezar esta definición de posiciones familiares,hay que comenzar por una frase que aclare dónde estamos: "Del Madrid se hace, pero del Atleti se nace".Podría argumentar que en mi familia había rnayoría aplastante de atléticos (lo cual es cierto), que la victoria de la Liga del 66 me pilló en la típica edad en la que empiezas a enterarte de lo que pasa fuera de tu casa o de tu colegio, incluso podría argumentar cierta actitud "beligerante" ante mi hermano mayor.
Pero no, todo eso no tendría consistencia en sí mismo si no tuviera al Atleti dentro, de una forma genérica. Ser del Madrid es fácil, yo diría que hasta lógico (salvo nacidos en Barcelona o criados a las puertas de los bares El Estadio o El Metropolitano).
Lo que no es tan lógico es hacerte del Atleti desde el frío de Burgos y en un colegio donde en las clases de párvulos hacían dos grupos: los "buenos" del Real Madrid y los "menos buenos" del Athlétic de Bilbao (ahí nos libramos los colchoneros). Bueno, pues a pesar de todo, ¡hala! me hago atlético.
Y llegaron las malas épocas, y aguanté el tipo. Y llegaron las buenas épocas (Luis, Gárate, Adelardo, luego Pereira... ) y también. Y llegó la muerte de don Vicente, se abrió una nueva época, y aguanté hasta el límite de mi fuerza moral (que no física), y hace un año decidí seguir en el Atlético sólo como seguidor y no como socio. ¿Por qué? Creo que cualquier aclaración sobra. Esperemos que esto acabe pronto.
Bueno, pues con todo esto, sigo siendo del Atleti (y nada ni nadie hará que cambie de parecer). ¿Por qué? Pues por eso, porque nací así.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.