Grant y Bergman, buen combinado

Mediados los años sesenta, Stanley Donen realizó dos notables ejercicios hitchcockianos (Charada y Arabesco), ambos interpretados por uno de los actores más hitchcockianos, Cary Grant. Sin embargo, en 1958 ya había trabajado Donen con Grant en Indiscreta, al lado, precisamente, de la actriz por antonomasia del universo de Hitchcock, Ingrid Bergman, la misma pareja de la antológica Encadenados.Indiscreta tiene asimismo un arranque propio del maestro del suspense: un Londres nocturno, lluvioso y estilizado nos conduce a una lujosa casa por la que deambula la Bergman -aparentemente tan atormentada como en Atonnentada- y hay una planificación -el pomo de la puerta que enigmáticamente se abre- que recuerda a la de Hitchcock. No obstante, la aparición de Grant en escena lleva la película por otros rumbos, los de la comedia romántica y refinada en la que reinan los equívocos, sin estridencias.

Ni que decir tiene que Grant y Bergman son baza fundamental en el tono elegante del filme, por otra parte circunscrito a los espacios cerrados, las escenas largas y muy bien dialogadas -no en vano procede de una obra teatral de Norman Krasna, con guión del propio autor-, y dotada de ese timing perfecto que le da sabor, aroma y una singular personalidad. Si no es una obra maestra, se le parece mucho.

Aida, la adaptación cinematográfica de la ópera de Verdi, es un despropósito mayúsculo del cine italiano, que hoy podremos ver con gozosa simpatía, entre otras cosas -los colores delirantes, por ejemplo-, por esa joven y oscura -de piel, claro- Sofia Loren en el papel principal.