Garaikoetxea: "En Europa no atan los perros con longaniza"
La preocupación por los desequilibrios regionales y los derechos nacionales
Carlos Garaikoetxea (Pamplona, 1.939) repite experiencia electoral con la misma coalición de catalanes (ERC), gallegos (PNG) y vascos (Eusko Alkartasuna) que le llevó al Parlamento Europeo en 1987. Todas las encuestas le auguran un resultado igual de holgado que hace dos años. Integrado en el grupo parlamentario Arco Iris, el ex presidente del Gobierno vasco ha dado su nombre a un informe sobre los riesgos del mercado único para las regiones más desfavorecidas, aprobado ya en comisión.
Pregunta. ¿Un diputado abertzale como usted siente la tentación de limitarse a cuestiones de índole nacional?Respuesta: En absoluto. El hecho de estar en un grupo relativamente pequeño como el Arco Iris permite intervenir en asuntos tan diversos como las cuotas lecheras, la reconversión en la siderurgia y los astilleros o la lluvia ácida, por citar unos ejemplos. Nosotros defendemos una determinada concepción, la Europa de los pueblos, pero trabajamos, por supuesto, sobre los problemas de todos los ciudadanos.
P: Pero un grupo pequeño le condena a cierta marginación.
R: Al contrario, la verdadera marginación para los partidos nacionalistas es ahogarse en los grandes grupos, donde no les permiten alzar la voz y les obligan a compartir planteamientos contradictorios con los suyos. Cuando se discute de derechos de las nacionalidades o de lenguas minoritarias algunos de esos grandes grupos adoptan actitudes hostiles e indigeribles.
P: ¿Desde Arco Iris consiguen que les presten atención?
R: Desde Arco Iris tenemos la oportunidad de impulsar iniciativas que si no nadie tomaría. Algunas han obtenido apoyos importantes, normalmente de los sectores progresistas. El informe de mi compañero Kuijpers en favor de las lenguas minoritarias ha sido aprobado y mi propio informe sobre desequilibrios regionales ha obtenido el voto unánime de la comisión correspondiente. Ante problemas generales coincidimos con las grandes corrientes, casi siempre con la izquierda moderada.
P: ¿No es un sueño una internacional de "pueblos sin Estado" como la que intenta poner en pie?
R: De los 325 millones de habitantes de la CE unos 50 pertenecen a pueblos sin Estado y, en muchos casos, sin ninguna autonomía que proteja sus personalidades nacionales. Por lo tanto merecen un esfuerzo solidario La Alianza Libre Europea se va formando en unas coordenadas comunes de progresismo, pacifismo y sentido ecológico y no descartamos llegar a jugar un papel clave entre los dos grandes bloques del Parlamento.
El problema vasco
P: En algunas ocasiones ha dicho que Europa no es la solución al problema vasco.
R: He querido desmitificar ideas infladas con ligereza e irresponsabilidad. Voces nacionalistas, sin duda para soslayar el reto de resolver los problemas en el Estado español, saltan directamente a Europa y anuncian la tierra de promisión. Es más exacto y honrado aclarar que en Europa no atan los perros con longaniza. Hay Estados que ni siquiera han reconocido su propio carácter plurinacional. Existe, eso sí, una solera democrática , pero Europa no nos redimirá frente a los Estados. No es una idea honrada como tampoco lo es hablar de 13 estrellas. Cualquiera sabe que las estrellas de la bandera europea no simbolizan los Estados miembros.
P: ¿Qué propone su informe para el europarlamento sobre desequilibrios regionales?
R: El año 1993 puede determinar un agravamiento de los desequilibrios económicos y sociales y del abismo tecnológico entre regiones más y menos favorecidas. Con el mercado único la tendencia hacia el desajuste crecerá geométricamente. El informe hace una llamada de atención muy seria para que las instituciones estudien desde ahora medidas correctoras y de avance hacia la Europa social.
P: Otro de sus caballos de batalla ha sido la cooperación por encima de las fronteras.
R: Existe una gran paradoja, casi cruel, que consiste en suprimir las fronteras para las mercancías y mantenerlas para ¡m pedir la libre circulación del euskera o el catalán a través de los medios de comunicación audiovisuales, por ejemplo. Nuestro objetivo es la unión política europea, pero rechazamos que los Estados tengan el monopolio de la voz en esa unión. El Gobierno español, por ejemplo, tiene bloqueado hace años el tratado de cooperación transfronteriza.
P: ¿Es bueno el balance de la presidencia española?
R: El balance se hizo en un de bate en el Parlamento Europeo y fue, en general, muy crítico por parte de la inmensa mayoría de los grupos. Luego todo quedó eclipsado por una anécdota. El representante de Herri Batasuna (HB) consiguió un minuto para hacer un alegato en su linea habitual y el presidente español entró al trapo. Así ocultó las críticas. A veces se hacen el juego objetivamente polos tan opuestos como HB y el Gobierno central.
P: ¿Qué piensa cuando le acusan de radicalizar sus posiciones para buscar un espacio político?
R: Es natural una diferencia de tono respecto a cuando era lehendakari y estaba obligado a acomodar mis expresiones a la representación de todo el pueblo. Como hombre de partido puedo hablar ahora más ajustadamente a mi ideología y mi programa. Es mejor y más leal emplear el mismo lenguaje en Euskadi, Madrid, Bruselas o Estrasburgo.
P: Acaba de denunciar la violencia como un "estigma maldito". ¿No se podía llegar a la misma conclusión cuando presidía el Gobierno vasco?
R: Es que aún antes, ocupando la presidencia del Consejo General Vasco, encabecé una gran manifestación contra la violencia, la que más sarpullidos levantó en este país, cuando todavía existían ETA político-militar y otras cosas. Lo he tenido siempre claro y en Estrasburgo he luchado por romper la asociación artificial entre pueblo vasco y violencia desde mi primera intervención.
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