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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Popper y la verdad

El conocido escritor y hoy también político Mario Vargas Llosa, aspirante a la presidencia en Perú, dice en su interesante trabajo publicado en EL PAÍS el jueves 27 de abril, comentando la teoría popperiana del conocimiento, que "todos debemos reconocer que nuestras verdades pudieran no serlo y que los que nos parecen errores de nuestros adversarios pudieran ser verdades". A mí me parece esta frase perfecta, y por ello me atrevo a sugerir al amigo Mario que reconozca estar equivocado al emplear la palabra española falsear como índice de lo que Popper quiere significar al referirse al proceso de refutación -o "socavamiento"- de las teorías.Pasa a la página siguiente Viene de la página anterior

La palabra falso tiene en español dos significados: lo que es en sí falso, o sea, lo que no es verdadero -es no-verdadero-, y lo que es falso porque ha sido falseado: por ejemplo, un documento en el que la partitura de una sonata de Mozart ha sufrido unos cambios injustificables es un documentofalso, como lo es un billete de dólar falsificado: falsear y falsificar dicen lo mismo. Pero falsado no es igual: son falsados un concepto, una teoría, una afirmación que pretendían ser verdaderos y se demuestra que no lo son, que son falsos, o sea, no-verdaderos. Es una lástima que esta diferencia no aparezca en los diccionarios.

En ediciones españolas de libros de filosofía de la ciencia en los que se recogen las ideas popperianas, se usa unas veces la expresión falsar, y otras -afortunadamente las menos-, falsear. Pero estos fallos de traducción tienen precisamente en la versión española de un libro de Popper -Teoría cuántica y el cisma en física, Tecnos, 1985- un horrendo ejemplo: en la página 66 el traductor pone en alemán estas dos frases de Popper, die denknotwendigen Folgen y die naturnotwendigen Folgen, traduciéndolas, "las consecuencias necesariamente lógicas" y, respectivamente, "las consecuencias necesariamente naturales" (!) ¡Qué horror! Son las consecuencias lógicamente necesarias y las consecuencias naturalmente necesarias.

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O sea, que Popper refuta al tan incomprensiblemente amado Wittgenstein cuando pretendió enseñarnos con su afición a saberlo todo -pero a saberlo mal- que "no existe la necesidad de que una cosa deba acontecer porque otra haya acontecido; hay sólo una necesidad lógica" (Tractatus, 6.37, página 195 de Alianza Universidad, 1985: "Es gibt nur eine logische Notwendigkeit").-

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