Panamá, una lenta agonía
Ruina económica y éxodo en el país del canal
, ENVIADO ESPECIAL, Modernos automóviles cargados con jóvenes ansiosos de fiesta se decidieron este fin de semana pasado a compartir las calles nocturnas con los vehículos de la policía. Casi furtivamente, algunos panameños abandonaron su enclaustramiento de dos semanas para respirar el aire cargado de las discotecas y los restaurantes. El país recuperó una imagen de falsa y temporal normalidad.
Apoyado en la barra del bar, un muchacho de menos de 20 años comenta con los amigos su angustia por la situación política que vive el país y anuncia que, de seguir las cosas así, no tardará mucho en irse a Miami. Ese mismo rumbo ha sido ya emprendido por varias decenas de jóvenes de clases pudientes a los que sus familias quieren retirar de la tragedia que presienten. La compañía aérea Eastern anuncia con todo despliegue sus vuelos semanales a la capital de Florida.Otros panameños se ponen a buen recaudo en sus lugares de origen, como el empresario Lázaro Gago, dueño de la más importante cadena de supermercados del país, quien ha buscado refugio en su tierra gallega. La cancillería de la Embajada española tiene que trabajar horas extras para atender todas las solicitudes de pasaporte de antiguos compatriotas que quieren ahora recuperar su nacionalidad.
La oficina de emigración del Gobierno panameño está también cada día repleta de personas que quieren obtener su documento para salir del país. El procedimiento se ha hecho más caro y más complejo con el fin de evitar el peligro de un éxodo masivo.
Por ahora, el abandono del país es la opción de unos pocos, La mayoría observan impasibles cómo Panamá, otrora el país del consumismo y el dinero fácil, se precipita por la pendiente que lo conduce a un nivel similar al de los demás países de Centroamérica. "Este país ha vivido durante muchos años por encima de sus posibilidades; a partir de ahora tendremos que acostumbramos a vivir como lo que somos, un país pobre", advierte el ex ministro de Economía Mario Rognoni.
'Economía de guerra'
Los panameños se están entrenando en una especie de economía de guerra que exige pensar, por primera vez en su vida, en gastar hoy pensando en lo que puedas necesitar mañana. Desde la mujer que se lamenta en la peluquería de que sólo puede arreglarse las uñas una vez al mes, hasta el humilde habitante del barrio de El Chorrillo, que rebaja su ración semanal de cerveza.En muchos casos, la crisis tiene exponentes dramáticos. El desempleo supera el 20%, de la población activa. Muchos de los trabajadores de empresas privadas han tenido que aceptar fuertes rebajas de sus salarios para evitar el cierre del negocio. Cientos de empleados públicos son despedidos cada semana. El sector de la construcción está casi totalmente paralizado.
La presión internacional -principalmente las sanciones económicas de Estados Unidos- y la política de resistencia a ultranza de los militares panameños han llevado a un punto crítico la economía del país. El año pasado el producto interior bruto sufrió el más fuerte descenso de toda América Latina.
Para el Gobierno, es una angustia permanente el pago de los salarios de sus empleados. La falta de liquidez ha obligado a las autoridades a inventar alternativas al dólar norteamericano, la única moneda de uso corriente en Panamá. La fórmula habitual de pago a los funcionarios suele ser la mitad de su salario en moneda estadounidense y la otra mitad en cheques del Estado. Éstos son a veces difíciles de utilizar en los comercios privados. La crisis ha obligado al Gobierno a probar un tímido lanzamiento de una moneda nacional, el balboa. Por el momento, sólo circulan enormes monedas que equivalen a 20 dólares y que se entregan obligatoriamente a todo aquel que pretende hacer efectivo un cheque bancario en cualquier entidad financiera del país. Los expertos creen que la emisión oficial de moneda limitará las posibilidades de Panamá como centro bancario mundial.
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