_
_
_
_
_
Tribuna:LA ARBOLEDA PERDIDA
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Examen de un cuaderno

Estoy viendo lo que escribí como dedicatoria en la primera página de este cuaderno que hoy me traen primorosamente encuadernado: "Para Rafael de Penagos este cuaderno de mis noches de speaker en la Radio Paris-Mondial (1939), y en París, ya comenzada la segunda gran guerra. Rafael Alberti. Buenos Aires, 1953".Este Rafael de Penagos -ni que decir tiene- es el hijo del más que grande dibujante del mismo nombre. Poeta sobre todo, me trae, junto a un bellísimo libro, Poemas a Consuelo, dedicado a su bellísima y desaparecida mujer, la fotocopia de un gran manuscrito que en 1953 le regalé en Buenos Aires, y que contenía, entre otros originales, el de Entre el clavel y la espada, que ahora me ofrece como un verdadero y gran regalo.

La boutonière: el ojal. La pepinière: el plantel. Le linge: la ropa blanca. Le pavé: el adoquinado... Y muchas más palabras con su traducción abrían la primera página del cuaderno. Se ve que aprovechaba las noches en la radio estudiando francés, traduciendo a la vez aquellas cosas que comunicaba a los oyentesde América Latina. Encuentro ahora aquí el fragmento de un ensayo de Baudelaire sobre Víctor Hugo. Pero de pronto, alarma aérea. La aviación alemana ha volado sobre París, pero sin bombardearlo.

"El verso de Víctor Hugo sabe traducir para el alma humana no sólo los placeres más directos que ella extrae de la naturaleza visible, sino aun de las sensaciones más fugitivas...".

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Comienzan a aparecer en las páginas del cuaderno desnudos de los cuadros de Rubens, muy bien dibujados a la pluma por mí. Yo siempre he sido un gran entusiasta del desbordado pintor de las diosas paganas. En el cuaderno, a continuación, aparecen fragmentos de Los amores, de Ovidio: "Iba a cantar, en un ritmo majestuoso, las armas, el furor de los combates. Al tema convenía el metro: el segundo verso del poema era igual al primero. Se dice que Cupido se puso a reír y cercenó furtivamente un pie ...".

Con algún motivo, que ahorano recuerdo, leería yo a los radioescuchas de América Latina estas historias mitológicas, mientras la guerra continuaba, aunque en París se vivía tranquilo, sólo sobresaltados por las incursiones aéreas, que hasta aquel momento no habían arrojado aún sus bombas.

Y a todo esto, tanto yo como María Teresa éramos refugiados políticos, que teníamos que presentarnos todas las semanas a la policía, donde nos reíamos, pues nosotros teníamos permiso para entrar en un ministerio, y en tiempo de guerra, en una radio oficial, en la que el policía que nos controlaba no podía hacerlo. Habíamos formado un pequeño grupo de teatro, en el que figuraban algunos españoles también refugiados en París, como Corpus Barga, Andrés Mejuto, Juan Paredes y alguna muchacha, de la que ahora no recuerdo el nombre. Representábamos fragmentos de La anunciación a María, de Paul Claudel, un acto del Britanicus, de Racine. Mi presentación a los oyentes de América Latina terminaba (no sin disimular un tanto mi disgusto, pues Claudel al inicio de la guerra civil esipañola había dedicado un poema al general Franco): tal es rápidamente, mis queridos auditores, el resumen de La anunciación a María, que como habéis escuchado se trata de una obra noble, marcada de un fervor religioso y humano.

Como éramos empleados de la radio, muchas veces nos veíamos obligados a decir algunas imbecilidades y tonterías.

Comienza luego el manuscrito de Entre el clavel y la espada precedido por un desnudo a línea, dentro de la sensualidad de los de Rubens. Los poemas se hallan casi todos en el momento de su creación, llenos de tachaduras, pero en la página siguiente, ya en limpio, casi como se ven en el libro ya publicado. Hay muchos, como el de La paloma, por ejemplo, que fueron verdaderamente improvisados, casi sin ninguna corrección. Luego vienen los Sonetos corporales alguno, como el de la masturbación, escrito con poquísimas tachaduras, impecable, dentro de su complicado lenguaje y estructura: "Mas todo se me mancha de alhelíes / por la movida nieve de una mano". Estos sonetos están interrrumpidos por otro dibujo que es un desnudo de la mujer de Rembrandt.

Luego viene Toro en el mar (Elegía sobre un mapa perdido), y siempre interrumpidos estos originales por ejercicios de la gramática francesa:

Ainsi: así, así pues. Aussi: también. Pourquot: porque. Cependant: sin embargo. Encore: aún, todavía. Alors: entonces. Pourtant: sin embargo. Puisque: puesto que.

Ahora sigue la traducción de un bellísimo epigrama de Meleagro que no figura en mi libro Entre el clavel y la espada: "Trenzaré el alhelí blanco, trenzaré con los mirtos el narciso delicado, trenzaré también los lirios sonrientes, trenzaré aún el dulce azafrán, trenzaré el jacinto purpúreo y trenzaré, en fin, la rosa querida de los amantes, para que sobre las sienes de Heliodora, la de los bucles perfumados, mi corona inunde su hermosa cabellera con una lluvia de flores". Bajo este poema se ve dibujado el maravilloso desnudo del Giorgione.

En los largos espacios que mediaban entre los noticiosos, me entretuve en traducir La farsa del licenciado Pathelin, farsa medieval, que publiqué en la revista argentina Sur y que tuvo la suerte de ser representada por las jóvenes compañías teatrales de la Argentina y Chile.

Y aquí no tengo más remedio que reproducir los cuartetos de un soneto, no publicado aún, del Nuevo burro explosivo: "¿Qué eres, Alberti, dime? -comunista- / siempre. Tanto peor. ¡Qué mala pata! / No coinciden el mirto y la alpargata. / Ordena mi epitafio al marmolista. / ¡Qué dolor de poeta! -soy marxista- / desde hace ya 10 años -¡mala pata!- / para las musas. Calla, pobre rata, / que vas del coro al caño oportunista...".

Y termina mi manuscrito del año 1939, cuando trabajé como speaker en París, en la Radio Paris-Mondial, dirigida a los oyentes de América Latina: mi propósito de esta noche no era el de recordarles la carrera literaria de André Gide, ni de resumirles su obra siempre tan excitante para el espíritu...

Nos tuvimos que marchar de Francia cuando los alemanes iniciaban su avance hacia París. En el Mendoza, barco francés que salía de Marsella hacia Argentina, embarcamos en tercera clase María Teresa y yo, llegando al Río de la Plata en el momento en que el Graff Spee, gran acorazado alemán, era volado ante Montevideo por los propios alemanes para no ser apresado por la flota inglesa, que lo esperaba desplegada en forma de abanico.

Podría terminar ahora este cuaderno, que ligeramente he examinado y entregué en Buenos aires a mi aímigo Rafael de Penagos cuando me visitó en 1953.

Parce que: porque. A vant que: antes que. A mesure que: a medida que. Aproès tout: al cabo de. Après tout: al cabo, al fin...

@ Rafael Alberti.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_