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Craxi insta a los socialistas a luchar contra la confusión de la política italiana

Juan Arias

Bettino Craxi, secretario general del Partido Socialista Italiano (PSI), inauguró en la tarde de ayer, en la ex fábrica Ansaldo de Milán, el 45º congreso nacional de esa formación política con un discurso de 95 folios, en el que afirmó que la política italiana "navega en aguas confusas" y que "la locomotora se ha parado". El congreso del PSI deberá decidir, señaló Craxi, si "afrontar con una lucha abierta las consecuencias políticas de dicho estado de cosas" o "asumir la responsabilidad de una iniciativa clarificadora".

El congreso extraordinario socialista, que Craxi había convocado hace dos años para reactivar un partido en proceso de crecimiento, se abrió en una atmósfera de fiesta y modernidad, con la asistencia de bellísimas azafatas -vestidas de rojo por Trusardi-, con la venta de claveles -símbolo del partido- y la posibilidad de retratarse con Bettino rey sonriente, a 1.500 pesetas, gracias a un milagro tecnológico.Craxi concluyó su discurso, de casi tres horas, arengando a los suyos a ganar las próximas elecciones europeas, y afirmó que para los socialistas italianos, en la situación de acoso en que se encuentran, esas elecciones constituyen "una prueba decisiva".

Por último, en medio de un estruendo de aplausos, señaló que la medalla del congreso llevaba la cara de Sandro Pertini, a quien, dijo Craxi, "brindaremos la victoria socialista del próximo junio".

Pero el buen Pertini, a sus 95 años, se quedó con la maleta hecha y su corbata roja planchada. Craxi había ido a invitarlo personalmente a su pisito de Piazza Fontana di Trevi, en Roma.

El anciano ex presidente de la República, a la hora de desplazarse a Milán, se sintió sin ánimos y se quedó en Roma. Alguien sospechó que el viejo luchador prefirió evitar una glorificación en vida.

El discurso de Craxi estuvo impregnado más bien de pragmatismo y de prudencia. Él líder socialista rechazó la definición para su partido de "conservador y revolucionario" afirmando que los socialistas italianos prefieren ser "progresistas y reformistas".Craxi lanzó la idea de la elección directa del jefe del Estado y de la introducción del referéndum propositivo, como ya se había rumoreado. Explicó que cuando el Parlamento y las fuerzas políticas hacen oídos sordos a las reformas institucionales indispensables e improrrogables para salir de la actual situación de confusión política existe el deber sagrado de restituirle la voz al pueblo.

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Se notaba en el discurso del líder socialista que éste había tenido siempre presente, al escribirlo, la alocución del líder comunista, Achille Occhetto, en el congreso del Partido Comunista Italiano (PCI) celebrado varias semanas atrás. Por eso empezó también él con una apasionada defensa de la naturaleza, del ambiente, de los centros históricos de las ciudades, del feminismo, pidiendo leyes severas "contra los transgresores impenitentes".

El capítulo más duro de su discurso, Craxi lo dedicó al PCI y a Occhetto, hacia los cuales manifestó "profunda desilusión", y les acusé de mantener "una especie de continuismo con el pasado". Llegó a acusarlos de haberse quedado más retrasados que sus mismos compañeros de algunos países del Este y de "gorbachovismo acrítico". Y añadió que el PCI, en vez de evolucionar "hacia un modelo socialista de tipo occidental", va más bien "hacia un movimiento confuso en el que se agita un amasijo de minorías irritadas".

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