_
_
_
_
Tribuna:JORGE WAGENSBERG
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

FaIsadores y falsarios

Corregir el lenguaje del prójimo suele ser una incorrección. Hay que respetar en lo posible las formas de expresión ajenas. Pero una palabra mal escogida induce a veces el descarrilamiento de un concepto universal. Cuando una letra cambia violentamente el significado de un término (por ejemplo: espacial por especial) o incluso cuando lo invierte del todo (por ejemplo: causal por casual), el asunto no es grave y todo puede quedar en la celebración de un nuevo chiste. El lío se organiza justamente cuando la palabra perturbada mantiene un significado próximo al de la original. La misma mañana de la publicación en estas páginas del artículo de Mario Vargas Llosa Karl Popper, al día, unos alumnos de la facultad me abordaron preocupados por la necesaria falseabilidad de la ciencia. "Que no, que no es falseable, que es falsable". No habían oído jamás la palabra falsar, y sin embargo se fueron aliviados.Entiendo que Vargas Llosa evita los términos de falsar y falsabilidad, no por rechazar la propuesta de Víctor Sánchez de Zavala (consagrada ya en todas las buenas traducciones), sino por traducir directa y despreocupadamente de Popper Falzifierbarkeit o falsifiability. Pero en nuestro idioma la palabra falsear está atiborrada de falsificación, de adulteración, de engaño; de mala idea, vamos. A lo largo de su texto, mi admirado Vargas Llosa conjuga el verbo falsear sin confundirlo nunca con esta carga semántica, pero no puede evitar arrastrarla y, quizá por eso, sus argumentos se desvían también un poco de la diana popperiana. Permítanseme entonces algunos comentarios a la palabra y al concepto.

Empecemos por el concepto. La llamada Jalsabilidad de Popper es un criterio para establecer el carácter científico de una verdad; no para medir su bondad, su fiabilidad, su intensidad... ni siquiera su utilidad. Una teoría es falsable si uno puede imaginar una situación que contradiga (no que verifique) dicha teoría. Cuanto más realizable y clara sea esta situa científica. La falsabilidad es una potencialidad que se exige la ciencia. Y lo esencial del criterio es más la propia falsabilidad que el hecho mismo de que ésta se consume (la falsación). Una teoría científica vigente es, sencillamente, una teoría falsable que aún no ha sido falsada. Decir "mañana lloverá o no lloverá" es una verdad como un templo, pero no es una verdad científica; decir "mañana lloverá" puede que no sea verdad, pero es una afirmación científica. Elcriterio de falsabilidad se refiere, pues, a la estructura que debe tener una verdad para merecer la calidad de científica, pero el masoquismo científico no llega a hacer de la falsación el objetivo central de la investigación. El científico no se obsesiona por acosar una teoría por el mero hecho de que ésta esté aún vigente. Que la experiencia derribe una teoría no es una vergüenza ni un honor; es una crisis que, eso sí, acaso sea resuelta por una nueva teoría. Pero eso lo sabemos desde mucho antes de Popper, lo que Popper recomienda es que la nueva teoría pase ante todo la prueba de su propia falsabilidad. Y aquí está su gran acierto: no permitir que una teoría, autoprotegida a prior¡ contra toda contradicción imaginable, aproveche un hueco y se instale para siempre. Sin falsabilidad se compromete el progreso, pero éste no está, como sugiere Vargas Llosa, en una sucesión de teorías devoradoras de teorías, donde las aspirantes atacan a las reinantes intentandofalsearlas (sic) como "esos reyezuelos primitivos que subieron al trono matando y saldrán de él matados`, entre otras cosas porque no se trata en absoluto de que la falsación de una teoría provenga de otra teoría. En definitiva, el criterio de falsabilidad de Popper ayuda al investigador a comprobar que está apurando al máximo el carácter científico de sus modelos del mundo. Cuando el objeto de la ciencia es simple, entonces se llega muy lejos (la fisica); cuando es muy complejo, entonces se hace lo que se puede (las ciencias de la mente). Pero, atención: no toda verdad ha de ser falsable, porque no todas las verdades son de la ciencia. En efecto, la complejidad del objeto del conocimiento puede llegar a ser tan grande que la ciencia (y con ella la falsabilidad) rinda sus armas. El arte es para muchos un conocimiento con verdades útiles, fiables, intensas e incluso universales. Pero son dudosamente falsables. En cualquier caso, el arte no se exige falsabilidad a sí mismo. La verdad revelada es también, para muchos, una verdad enorme, fiable, útil y un¡-versal. Pero no es falsable, sino justamente compatible con todo lo que ocurra; ocurra lo que ocurra. La religión incluso rechaza la falsabilidad para sus verdades. Por ello la ciencia progresa por principio; el arte si progresa no es por principio; y la religión, por principio, no progresa. Pero en ningún caso puede usarse la falsabilidad para desautorizar verdades no científicas.

Aplaudo sin reservas el mensaje nuclear del artículo de Vargas Llosa y por ello me atreveré a reescribirlo: existen ciertas actividades no científicas de la vida cotidiana que bien haríamos en abordar más científicamente. Por ejemplo, es preferible que un político se parezca más a un científico que a un artista o a un profeta. El hábito de someter nuestros juicios y decisiones a la prueba de la falsabilidad también tiene su interés. Por ello la palabrafalsar merece ingresar en el idioma. Esto nos devuelve a la primera cuestión. El contenido resbaladizo y traidor de la palabra falsear está claramente en la letra e. Eliminado este sinuoso diptongo, se obtiene la palabrafalsar de Sánchez de Zavala, una palabra de recia y recta sonoridad, digna de representar al noble concepto popperiano. Tenemos la suerte de que el término ha entrado ya en el Diccionario de la Lengua Española. Atención, que vale la pena: falsar.-falsear en el juego del tresillo (¡!). La única acepción oficial es tan limitada que ningún otro diccionario recoge la voz, por lo que muchos eruditos declinan su uso. Pero tiene la ventaja de su práctica virginidad semántica. La situación es, pues, perfecta para que la Real Academia Española añada el nuevo significado, que no tardaría en imponerse (con nuestras disculpas y agradecimiento a los jugadores de tresillo). El idioma se enriquecería así con un nuevo y útil sentido (falsar: negar, contradecir, imaginar una refutación a ... ). Habría falsadores y habría falsarios. Fálseme usted este informe, se oiría quizá en alguna oficina importante. Falséeme usted este informe sería, de una vez por todas, otra cosa.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_