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Las tropas soviéticas inician su retirada de Hungría

Las tropas de la URSS iniciaron ayer su retirada de Hungría, casi 33 años después de que sus carros de combate aplastaran la insurrección de Budapest en 1956. Este hecho, que ha sido presentado como el primero de este tipo que se produce en la Europa del Este, fue saludado como un gran acontecimiento por húngaros y soviéticos. "A ustedes podrá parecerles un acto de propaganda. No es así, sino que es todo un ejemplo a imitar; en cualquier caso, si se puede hablar de propaganda lo sería a favor de la paz", manifestó un coronel soviético en el momento en que eran embarcados en tren los primeros 31 carros de combate que regresan a la Unión Soviética.La despedida, organizada ante más de un centenar de periodistas, en su mayoría occidentales, se desarrolló en Kiskunhalas, localidad situada a unos 180 kilómetros al sur de Budapest y a 32 de la frontera con Yugoslavia. El acto tuvo un arranque poco feliz: la primera de las dos palomas blancas que en símbolo de paz lanzó al aire la diputada radical italiana Ilona Staller, Cicciolina, acabó prácticamente aplastada bajo las 38 toneladas de un carro de combate soviético, pues momentos antes se la había ofrecido a su conductor.

Cicciolina es húngara de nacimiento y su madre y sus hermanos viven en este país centroeuropeo. No ocultaba su satisfacción por el acontecimiento; sin embargo, en el autobús, camino de Kiskunhalas, decía a los periodistas que no quería "hacerse notar demasiado para no enfadar a los húngaros". Vestía traje largo de color verde y no recurrió a su conocido gesto de enseñar el seno, acción que sustituyó por la distribución a soldados y milicianos que asistieron al acto de fotos con su autógrafo, en las que sí se le podía ver. Cicciolina, que fue desprovista de su nacionalidad húngara, regresó a Budapest por primera vez en 1981 para participar en una manifestación contra la bomba de neutrones.

En Kiskunhalas, ciudad de 32.000 habitantes, está la guarnición de la XIII División Acorazada Soviética -con unos 1.000 hombres-, elegida para iniciar la operación de vuelta a casa. Los periodistas pudieron presenciar la salida de los viejos carros de combate T-64, fabricados en los años sesenta, en la estación, situada a kilómetro y medio de su base. El coronel Boris Adamenco, segundo jefe de la división, que está a punto de jubilarse y "volver a casa para dedicarse a la apicultura con la ayuda de su nieto", como declaró a los periodistas, fue el encargado de dar la bienvenida a los informadores y anunciarles que una parte de los blindados tendría como destino el desguace.

Su intérprete, con grado de capitán, no quiso manifestarse sobre la intervención soviética de 1956. "Ha pasado mucho tiempo, no sé; creo que no estaba aquí entonces", se limitó a decir.

"Las relaciones entre los rusos y la población local eran muy buenas", nos declaró un policía húngaro que momentos antes había recibido la reprimenda de un soldado soviético porque no impedía que los periodistas se acercasen demasiado y se subiesen a las plataformas del tren para fotografiar y filmar los carros de combate con evidente riesgo para su integridad física. El policía dijo que consideraba la retirada "como un hecho" que a él no le afectaba personalmente. Afirmó que la gente de la ciudad estaba dividida sobre si estaba bien o mal el que se fuesen los rusos.

El coronel Boris Yansanov relató a este enviado que sus tropas "estaban muy contentas de regresar porque resulta muy duro estar en el extranjero, donde es muy difícil recibir visitas de amigos o de la familia".

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En los próximos días se retirarán las unidades soviéticas acantonadas en las zonas fronterizas con Austria.

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